La Defensora de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes de Córdoba, Amelia López, explica cómo funciona el organismo estatal que tiene en el centro la protección de los más vulnerables.
Treinta años se han cumplido de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, la convención a la que ha adherido la mayor cantidad de países del mundo. Aquel hecho trascendente para la humanidad fue incorporado a la Constitución Nacional Argentina un año más tarde y se viene haciendo un largo recorrido.
Y si se habla de protección, cuidado y derechos de los más chicos es inevitable remitirse a la Defensoría de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (DDNA) de Córdoba, teniendo en cuenta que ésta fue la primera provincia argentina en darle forma a este organismo estatal de derechos humanos
Ciudad Nueva dialogó con la responsable de este organismo, Amelia López, quien además fue ministra de Educación de Córdoba y diputada nacional por la misma provincia, y es miembro y garante del Movimiento Políticos Por la Unidad.
–¿Cómo nace y hace cuánto tiempo existe la Defensoría en Córdoba?
–La DDNA es un organismo estatal de derechos humanos que responde a una recomendación del Comité del Niño de las Naciones Unidas, que instó en 2002 a todos los países a crear organismos de garantía para que no fueran vulnerados los derechos de los chicos y de control y monitoreo de políticas públicas dedicadas a la niñez y a la adolescencia. La República Argentina toma esta iniciativa y en 2005 se promulga la ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes e introduce la figura del Defensor Nacional de los menores. La provincia de Córdoba, dos años después, cuando adhiere a esta ley nacional crea la figura del Defensor de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Córdoba tiene ya 11 años de experiencia en la Defensoría, somos un órgano de ley. El defensor debe ser elegido por la Legislatura a instancias de una proposición del gobernador, una terna, y la Legislatura valora antecedentes, hace una entrevista y luego pasa a recinto donde debe ser votado. Somos un organismo que tiene como soporte los Principios de París, con la característica de ser extrapoder, es decir, que no dependemos de ninguno de los tres poderes, con presupuesto propio y norma propia.
–¿Cuáles son las funciones principales de la DDNA?
–Por un lado es un órgano de asistencia, orientación y acompañamiento a las familias, a los propios chicos y a las organizaciones sociales. Y por otro lado desarrolla acciones de monitoreo de política pública y acciones de articulación con los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, de modo de ir logrando que tanto los procedimientos como las legislaciones realmente protejan el derecho de los chicos y no los vulneren. También desarrollamos acciones de promoción y concientización sobre los derechos, sea para los adultos como para los propios chicos. Uno de los ejes centrales de la Defensoría tiene que ver con poner en valor la opinión de los niños. Que ellos puedan ser escuchados, que puedan desarrollarse como ciudadanos plenos.
Además la DDNA desarrolla acciones de investigación cuantitativa y cualitativa con universidades y acciones con distintas organizaciones sociales, trabajando sobre los derechos de los chicos, promoviendo la palabra de los chicos y la concientización de los adultos en tanto su responsabilidad para proteger precisamente el derecho de las niñas, niños y adolescentes. Por eso tenemos acciones que tienen que ver con la formación de los cuidadores, acciones que tienen que ver con las residencias de los chicos y el cuidado parental. Con el monitoreo de los centros socioeducativos de penal juvenil y acciones territoriales estamos trabajando con organizaciones barriales, tratando de promover el desarrollo de los chicos desde distintas perspectivas y protegiendo sus derechos.
–¿Qué participación tiene la Defensoría en la prevención y acompañamiento de las víctimas de abusos?
–El equipo que tenemos de asistencia, orientación y acompañamiento atiende los casos. Y existe un registro informático de los casos que está centrado en derechos, y cada vez que alguien viene, nosotros lo encuadramos según el derecho que ha sido vulnerado. El 30 % de los casos llegan precisamente porque ha sido vulnerado el derecho a la integridad y el respeto por la dignidad. En este gran campo nosotros incluimos maltrato, abuso y abandono. De esto la mayor cantidad de casos tienen que ver con maltrato y con abusos. Y entre los abusos, la mitad de los casos son intrafamiliares y la otra mitad son abusos perpetrados por personas que no forman parte de la familia. Otro 30 % llega a la DDNA porque se ha vulnerado el derecho a la convivencia familiar. Menciono estos dos ítems porque conforman el 60 % de la casuística de la Defensoría y precisamente estos dos derechos, tanto el de la convivencia familiar como el de la integridad y el respeto por la dignidad están atravesados fuertemente por distintas formas de violencia. Entonces, para nosotros trabajar el buen trato, la convivencia pacífica, trabajar un cambio cultural en la sociedad resulta como la tarea de promoción más importante. Por otro lado desarrollamos acciones de acompañamiento a aquellas personas que llegan a la Defensoría sin saber a dónde tienen que ir, porque han vivido un hecho de abuso, de acoso, de maltrato y no saben qué procedimiento seguir o a qué organismo dirigirse. Nuestro equipo está entrenado para escuchar tanto a los adultos como a los propios chicos o adolescentes. Un adolescente puede venir solo, sin necesidad de estar acompañado. Y en general cuando los chicos son menores de 13 años pedimos autorización a sus padres para poder escucharlos en total confidencialidad. A partir de esa escucha activa de los chicos y de los adultos también es que vamos orientando al organismo que sea pertinente cuando es el caso de hacer una denuncia, sobre todo en los hechos de acoso, abuso y maltrato. Otras veces, las personas llegan a la Defensoría porque han hecho una denuncia y sienten que no saben cómo seguir, porque necesitan una asistencia psicológica, entonces nosotros orientamos hacia aquellos organismos del Estado que dan esa asistencia a la persona que ha sido víctima de violencia o chicos que están viviendo en situación de violencia en su familia. La Defensoría puede acompañar todo el tránsito, sea para hacer una denuncia o, una vez hecha, acompañar a lo largo del proceso u orientar sobre qué otras medidas pueden ser tomadas. La complejidad de los casos es mucha. Hay veces en que los casos de acoso o abuso están en instituciones escolares, por lo tanto hay que evaluar cómo tratar el tema en la institución, con los padres, con los propios chicos, con el cuerpo docente. Y si las situaciones son familiares pero inciden en la vida escolar del chico, en la comunidad o ese chico ha debido ser retirado de su ámbito familiar, en ese caso nosotros también debemos controlar qué acciones ha tomado el Estado desde el órgano de aplicación.
–¿Y cómo funciona el trabajo de promoción desde la DDNA?
–No solamente es necesario asistir a aquel que ha sufrido la vulneración de un derecho sino promover que los derechos no se vulneren. Y para eso la Defensoría tiene el área de la Promoción de Derechos, que desarrolla acciones de talleres de concientización de los chicos sobre diferentes temáticas: el abuso, el maltrato, el bullying, el ciberbullying. Y por otro lado hay un equipo de comunicación que va diseñando mensajes que tienen destinatarios específicos. Si están dirigidos a los chicos van con lenguaje entendible para ellos, también imágenes y mensajes destinados a los adultos o instituciones, y hacen que logremos una línea de comunicación en torno a la protección de los derechos. Y finalmente desarrollamos una acción de monitoreo para ver, mantener estadísticas, casuística, qué acciones se van tomando, cómo se van adecuando los procedimientos y acciones e ir haciendo estos análisis para ver si los servicios que el Estado presta son los que los chicos necesitan. Por eso la DDNA está facultada precisamente para hacer lo que se llama “recomendaciones”, que tiene que ver con la manera en que nosotros observamos un servicio y cómo éste podría ser mejorado en pos de que ayude al desarrollo de los chicos.
–¿Qué significa para usted tener este rol tan delicado en la protección de las bases de nuestra sociedad, como son los chicos?
–Desde lo personal es mi mayor satisfacción, teniendo en cuenta el campo de lo político. Realmente desde este lugar he podido poner en juego todo lo aprendido y experimentado, tanto desde mi quehacer médico y docente como desde mi trabajo desarrollado desde muy joven con organizaciones sociales, como así también toda la experiencia en política en gestión. Esto me ha permitido a lo largo de mi recorrido político tener un conocimiento del Poder Ejecutivo, tanto en los municipios como en la provincia y en la Nación. Entonces me ha ayudado pensar distintas estrategias de gestión que posibiliten una mayor articulación y no tanta fragmentación en las acciones. Desde el punto de vista de lo colectivo pienso que la posibilidad de darle mayor realce a instituciones que trabajan en la protección de derechos resulta una conciencia nueva. En primer lugar porque organizaciones como éstas tienen un carácter muy distinto a las organizaciones del Ejecutivo. En general las áreas del Ejecutivo están centradas en brindar servicios al ciudadano. Nuestro organismo está centrado en una mirada integral del sujeto de derecho, una mirada distinta. Para nosotros, los chicos no son alumnos ni pacientes, no son hijos, son chicos. Entonces tener una mirada integral resulta como un valor agregado muy particular. Y además tiene la peculiaridad que nos permite desarrollar acciones participativas con una mirada mucho más plural, una mirada de una democracia participativa. El trabajo con los chicos, con las organizaciones, con las familias y con el Estado supone un esfuerzo de articulación muy grande ·
¿Qué se viene para 2020?
El próximo año la DDNA se propuso como sede para el 9º Congreso Mundial de los Derechos del Niño, Niña y Adolescente, que tendrá como eje “los chicos como protagonistas de la construcción de un mundo distinto”. La idea es pensar a los chicos como ciudadanos globales, cómo contribuyen a generar una nueva cultura de paz, de respeto por el otro, de diálogo, una cultura de respeto por el medioambiente, una cultura con enfoque de derechos. Y cómo pueden ayudarnos y ser protagonistas en este cambio cultural.
El congreso se llevará a cabo entre el 4 y el 7 de noviembre en Córdoba y vamos a trabajar nueve ejes temáticos. Los congresos mundiales son un movimiento, una gran red que está constituida por académicos, funcionarios, organizaciones de distintos lugares del mundo. Queremos que el de Córdoba tenga, por un lado, un alto nivel académico, pero también un alto nivel de participación porque no va a estar destinado solo a adultos sino que los chicos vana tener una activa participación con muchísimas actividades más innovadoras.
Artículo realizado en colaboración entre Fernanda Otero y Santiago Durante, publicado en la edición Nº 610 de la revista Ciudad Nueva.
¡Qué Dios la bendiga!