La detectó una ong cerca de Chile y Perú. Otra mancha similar se extiende por 1,4 millones de km2 en el Pacífico norte. El problema es que son invisibles.
La noticia está rebotando en los medios desde hace unos días, pero remonta por lo menos a los comienzos de agosto cuando comenzó a señalarse que un equipo de científicos descubrió una isla (o mancha) de plástico en el océano Pacífico de un tamaño similar al de México, unos 2 millones de km cuadrados.
Los científicos de la ONG que realizaron el descubrimiento advirtieron sobre las serias consecuencias que tendrá en el medio ambiente. Durante seis meses la organización sin fines de lucro, Algalita Marine Research Foundation, con sede en Long Beach (California, Estados Unidos), realizó una expedición por el Pacífico Sur, donde descubrió una inmensa concentración de plástico cerca de las costas de Chile y Perú.
No es la primera vez que ocurre. Los océanos forman varios grandes remolinos que acarrean y concentran la basura presente en sus aguas. Una mancha de basura del tamaño de 1,4 millones de km cuadrados ya ha sido detectada en el Pacífico norte, ubicada en según las coordenadas: 135° a 155°O y 55° a 79°N.
El gran problema de estas manchas no reside en que – como cualquiera podría imaginarse – se trata de residuos de plásticos visibles, como bolsas, botellas, u objetos varios. Por el contrario, el principal problema es que los plásticos detectados no son visibles, lo que hace letal su presencia. Se trata de partículas de micro-plástico que individualmente no alcanzan el tamaño de un grano de arroz o un pedazo de confeti. La única manera de detectar su presencia es a través de muestras científicas.
Los mares están llenos de estas partículas invisibles de plástico, pero donde más se acumulan -formando “capas” o “parches” como las del Pacífico norte y sur- es en los giros oceánicos. Estos vórtices tienen la capacidad de atrapar el plástico, hasta que toda la basura se acumula y forma capas en la superficie. Pero lo más grave ocurre cuando estas partículas se extienden hacia la profundidad del mar, como si fuera smog.
Eso hace que hasta ahora no dispongamos de un sistema para limpiar los océanos de este tipo de basura, porque una red puede funcionar para recolectar botellas y accesorios, pero cuando se trata de millones y millones de partículas por kilómetro cuadrado, la tarea se vuelve más ardua.
Eso conlleva dos grandes peligros: los microplásticos penetren en la cadena alimenticia de las especies marinas y, de esta forma, pueden provocar mutaciones. El fundador de Agalita Marine, Charles Moore, estima que el plástico se ha convertido en “el producto más común de nuestras vidas de manera silenciosa y tras una cortina de ignorancia”, pero las consecuencias de su uso se han mantenido hasta ahora “desconocidas”. El segundo peligro – que seguramente ameritará estudios específicos que recojan más evidencias – es que la presencia de plástico en aguas marinas, puede estar participando de la suba de la temperatura superficial oceánica. Agalita Marine señala que el plástico puede acumular calor y aumentar la temperatura del agua hasta incluso superar la del aire, lo que contribuye a formar fenómenos climáticos extremos.