El Supremo Tribunal de Brasil falló a su favor, pero lo inhabilitó para ser un eventual sucesor del presidente Michel Temer. Sigue siendo procesado por supuestas coimas.
No amaina la crisis institucional en Brasil. Parecía que la Justicia avanzaría sobre el Senado cuando un juez del Tribunal Supremo suspendió al presidente de este cuerpo legislativo, Renan Calheiros, de su cargo. Calheiros está siendo procesado por coimas que habría supuestamente recibido, al tiempo que se lo investiga por otra docena de acusaciones.
Sin embargo, el pasado miércoles la situación cambió. Por un lado, el día anterior Calheiros se encerró en su despacho y no quiso recibir la comunicación de su suspensión a la vez que el Supremo Tribunal dio marcha atrás y seis de sus magistrados contra tres votaron por frenar la medida. El asombro creció cuando se le devolvió la presidencia del Senado, pero excluyéndolo de la línea de sucesión en caso de que el presidente de Brasil no pueda ejercer su función. Si no hay elementos para suspenderlo, no los hay para impedirle ser el segundo en la línea de sucesión.
El día 13 de este mes la Cámara Alta deberá votar una medida polémica que impedirá durante 20 años el crecimiento del gasto público. En caso de su inhabilitación, la presidencia habría caído en manos de un senador del Partido de los Trabajadores, quien se opone a esta restricción cuantitativa del gasto. Es muy posible que esta votación explique un fallo tan controvertido.
Desde mayo, seis ministros del Gobierno del presidente Michel Temer renunciaron por hechos que los vinculan con el inmenso escándalo por corrupción, que arrastró al presidente de la Cámara de Diputados, quien fue destituido incluso como legislador. Además, tanto Calheiros como Temer son investigados por una Justicia que, evidentemente, encuentra escollos en un sistema político que se resiste a reformarse.
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