Ocurrió en diciembre y el evento no fue detectado, debido a que se trata de una zona remota del planeta. Tales impactos no son infrecuentes.
En diciembre, un meteorito de unos 10 metros de diámetro hizo impacto sobre nuestro planeta en el mar de Bering. Lo señala un científico, Peter Brown, de la Universidad de Ontario Occidental (Canadá), quien explica que la zona del impacto es tan remota que nadie registró lo ocurrido. El episodio se verificó sobre el mar de Bering, cerca de la península de Kamchatka, entre la costa norte de Alaska y la extremidad de Rusia, cerca del Círculo Polar Ártico. El impacto liberó una energía 10 veces superior a la bomba de Hiroshima. El descubrimiento ha sido posible recién ahora gracias a un sistema de monitorización global de infrasonidos, indetectables para el oído humano, desplegado por todo el mundo durante la Guerra Fría para vigilar pruebas nucleares secretas.
El episodio vuelve a llamar la atención sobre la dificultad para detectar objetos de pocos metros de diámetro que, de caer o estallar sobre una ciudad, pueden tener consecuencias catastróficas. La NASA tiene un mandato del Congreso para identificar el 90% de los asteroides con órbitas cercanas a la Tierra de 140 metros de diámetro o más. Hace 15 años se estimaba que sería posible tener listo ese catálogo para 2020, pero con la tecnología actual es probable que sean necesarias tres décadas más.
La mayoría de los objetos de ese tamaño son todavía desconocidos, hay sistemas que pueden permitir localizarlos con unos pocos días de antelación. Es el caso del telescopio Joan Oró del Observatori Astronòmic del Montsec, por ejemplo. En 2008, el asteroide 2008TC3, de apenas 4 metros de diámetro, fue el primero de ese tamaño en ruta de colisión directa con la Tierra detectado con un margen de unas 20 horas.
Los expertos señalan que este tipo de impactos son relativamente frecuentes y el planeta registra caídas de este tipo todos los meses. En la gran parte de los casos, debido a que si se considera su superficie apenas el 1% de la Tierra es habitada, estos objetos terminan en el mar o en zonas no habitadas, como los polos. Otros asteroides se desintegran al entrar en la atmósfera o directamente rebotan. Hoy se cuenta con un sistema de telescopios que observa de forma continua un sector del cielo 24 horas al día para captar la llegada de objetos de menor tamaño y poder calcular sus órbitas en el momento.
Los Estados Unidos están considerando la posibilidad de construir un telescopio y ubicarlo en el espacio para completar con precisión el catálogo de los asteroides de más de 140 metros. Entre los más pequeños, ha sido posible detectar con solo 8 horas de margen el impacto de un asteroide de poco más de tres metros de diámetro. La proeza fue posible gracias al observatorio Catalina Sky Survey situado en Arizona el 7 de octubre de 2008. Poco después, el centro para el estudio de NEO (objetos cercanos a la Tierra, de sus siglas en inglés) del Jet Propulsion Laboratory de la NASA calculó su órbita y el lugar probable donde caería. Con esos datos, fue posible encontrar fragmentos del objeto en Botsuana (África del sur), justo donde los científicos habían predicho.