Nos referimos al esloveno Georg Vega, nacido en la ciudad de Liubliana, el sábado 23 de marzo de 1754. Por aquel entonces, formaba parte del Imperio Austro-Húngaro, hoy es la capital de Eslovenia.
Su profesor de matemáticas en la escuela primaria se percató del notable talento de Georg para con la madre de las ciencias. Vega le dedicaría un libro años más tarde. Después de graduarse con destacada actuación en la escuela, estudió ingeniería naval.
Luego de cinco años de trabajar y perfeccionarse, vio pocas oportunidades de progresar en su profesión. Se ofreció como voluntario para el servicio militar, se mudó a Viena y se unió a la artillería en 1780 . Fue nombrado profesor de matemáticas en la Escuela de Artillería. Al año siguiente fue ascendido a subteniente. Era un maestro y escritor talentoso, con gran habilidad para resolver problemas de cálculo. Georg reparó en que la enseñanza de las matemáticas se hacía mucho más difícil, debido a la falta de buenos libros de texto. Escribió su propio texto y lo publicó en cuatro volúmenes.
Lo primero que publicó fueron las tablas de logaritmos, en 1783. En el prefacio de la obra, Vega explicó que su objetivo era producir tablas de excelente precisión pero disponibles a bajo precio. Los cálculos se hicieron con la ayuda de los soldados a los que Vega enseñó. Estaba tan seguro de su precisión, que prometió un ducado de oro por cada error encontrado.
En 1788, Vega participó en la guerra contra el Imperio Otomano. Las fuerzas austriacas sitiaron Belgrado en 1789. El artillero matemático comandaba baterías de morteros, ya que uno de los temas de su investigación matemática había sido el estudio de morteros pesados. La lucha fue feroz, pero sus soldados se maravillaban de que Vega se sentara a calcular logaritmos mientras las balas de cañón volaban sobre su cabeza. El uso eficaz de los morteros pesados, cuyo ángulo de elevación había sido corregido por Vega, fue un factor importante para que los austriacos tomaran Belgrado el 8 de octubre de 1789 .
La capacidad de cálculo de Vega, a menudo llevada a cabo durante las campañas militares, es clara en su notable logro de calcular π con una precisión de 140 decimales, un récord que ostentó durante medio siglo.
Tomaz Pisanski analiza los métodos para calcular los dígitos decimales de π:
“Mencionamos la contribución del matemático esloveno Jurij Vega (también se lo menciona con ese nombre) … no porque trabajara más duro que sus contemporáneos, sino porque tenía un algoritmo mejor”.
¿Cuál fue este mejor algoritmo? Usó dos fórmulas, básicamente usando una como una comparación con la otra, a saber
Rescatamos su figura, no por su precisión en los cálculos, sino por promover métodos inteligentes, tal como señala Pisanski. ¿Qué hubiera sido de Vega, en tiempos de internet y computadora? Una revolución matemática universal, quizá.
Destacamos su noble intención de publicar sus resultados y compartirlos en las tablas que fueron de gran utilidad durante infinidad de años. Lo sabemos aquellas personas que alguna vez acudimos a ellas, antes de la irrupción de las calculadoras electrónicas primero, y las computadoras luego. Pero elaborar esta información, y publicarla a precios accesibles, para que la misma sea utilizada, es algo que nos debe guiar en el acceso al conocimiento.
¡Gracias don Georg!
