El viernes 15 de febrero de 1811 nacía en un humilde hogar sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento, enorme impulsor del desarrollo de nuestra nación, quien concebía a la república como una eterna construcción.
Uno de sus tantos objetivos fue el de estructurar un país independiente, democrático y progresista. No se andaba con chiquitaje el cuyano.
Promovió la comunicación instantánea, siendo el impulsor del telégrafo, lejano antecesor de internet. La promoción de las escuelas, también fue parte de su obra. Sarmiento preveía este espacio, como el lugar para alfabetizar a toda la sociedad.
No solo eso, le debemos el primer observatorio astronómico de Sudamérica, las primeras cepas del vino Malbec, o el cultivo del mimbre en nuestro Delta.
¡Promovió la oficina de patentes, en un país como el nuestro!
Ordenó dibujar el primer mapa y hacer el primer censo, cuestión que reeditaremos en Argentina en 2022.
No en vano, a dos siglos de su nacimiento, Adrián Iaies le dedicó una hermosa versión jazzera a su himno.
El ensayista Hernan Iglesias Illa, un eterno buceador con ojo agudo, publicó su “American Sarmiento”, relatando la crónica del viaje de Sarmiento que cambió la historia argentina.
Padre de la educación argentina, también el fútbol le debe su impulso. Alexander Hutton, difusor de este deporte y rector de un colegio, solicitó permiso a Sarmiento para enseñar el balompié entre sus alumnos. La elocuente respuesta que recibió del sanjuanino, fue: Que aprendan mi amigo, a las patadas, pero que aprendan…