Se materializa el objetivo turco de conseguir alejar a las milicias kurdas de sus fronteras, controlando militarmente una franja de territorio del kurdistan sirio.
Se sigue disparando en algunos sectores de la zona del territorio sirio ocupado por los militares turcos desde hace unos días, cuyo objetivo es controlar una franja de seguridad de unos 32 km de ancho y unos 400 km de largo. El objetivo del presidente turco Erdogan es el de evitar la presencia de las milicias kurdas del YPG, a la que considera cómplices del proscripto partido PKK, integrado por kurdos de Turquía, acusado de terrorismo. La franja de seguridad que pretenden establecer los militares turcos, es en territorio de Siria y es parte del Rojava, la región habitada principalmente por los kurdos sirios y que han conseguido un régimen autonómico de facto.
La invasión del territorio tuvo el visto bueno del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y comenzó con el retiro del contingente militar norteamericano presente en el sector. Hasta ese momento, los kurdos y los norteamericanos habían participado de la alianza militar que ha derrotado los grupos yihadistas en lucha contra el gobierno de Siria, entre ellos el Isis. Cientos de terroristas fundamentalistas habían sido capturados y encarcelados por los kurdos, quienes realizaron el esfuerzo principal para derrotar a los yihadistas. El ataque turco ha supuesto no solo el abandono de varias cárceles por parte de los kurdos, sino la liberación de cientos de terroristas que se han reagrupado con lo que queda del Isis en la zona. Eso, de por sí, hecha por tierra la razón de la presencia norteamericana en el sector y el esfuerzo militar que ha costado vidas.
A su vez, como todo episodio militar, el ataque turco ha cobrado su cuota de víctimas civiles. Ha habido hospitales y ambulancias bombardeadas y se estima que entre los civiles ha habido 218 muertos, entre ellos 18 niños, y 653 heridos.
El ataque turco ha escandalizado a los gobiernos y dentro de los Estados Unidos y los propios miembros del partido de Trump, que han protestado por el haber abandonado a su suerte al pueblo kurdo. Sucesivamente al ataque, Trump ha primero aplicado sanciones contra Turquía amenazando medidas todavía más duras, y luego enviado una carta al presidente Erdogan en la que lo ha invitado a no «hacerse el duro» y el «loco» en Siria. El recurso de un lenguaje tan poco diplomático, si no desubicado, ha tenido como resultado, lo aseguran fuentes cercanas al presidente turco, que el mandatario tirara «a la papelera» la carta. Pese a que el presidente sigue dando su versión amañada de los hechos, su conducta aparece cada vez más errática. El 7 de octubre, amenazó con destruir la economía turca en caso de excesos. «Si Turquía hace algo que yo, en mi gran sabiduría sin igual, considere que es demasiado destruiré totalmente (…) la economía” del país, escribió en su cuenta Twitter. Este tipo de posturas, han hecho fracasar también una reunión con militares y líderes políticos en la Casa Blanca para analizar la situación en Siria. Entre los presentes, estaban representantes de los demócratas, adversarios de Trump, liderados por la presidenta de Diputados, Nancy Pelosi. La inconsistencia de los argumentos del presidente en el manejo de la situación llevó a un altercado con Pelosi quien, al sentirse insultada, se retiró de la reunión abruptamente. La foto de Pelosi apuntando con su dedo al presidente antes de irse, se ha viralizado en las redes sociales.
Mientras ocurría eso, su encargado de política exterior, Mike Pompeo, está tratando de explicar lo inexplicable a aliados y países miembros de la OTAN que no pueden entender que un país miembro de la alianza occidental, invada un territorio soberano contando solo con el apoyo de la Casa Blanca.
Una situación que deja en evidencia la poca confiabilidad de Washington en esta fase política delicada. Y deja en evidencia que es Rusia el país que cobra un rol clave en la región de Medio Oriente. En efecto, ha sido muy activo el papel del presidente ruso Vladimir Putin, en estas semanas, con frecuentes reuniones en Arabia Saudita y en Israel, que posiblemente están evitando que la situación pueda ser peor.