La comunión de la Iglesia, ayuda en tiempos adversos.
La grave situación en la que nos encontramos como humanidad a causa de la difusión del Covid-19 nos pone a prueba. Nadie queda excluido. La amenaza es universal.
Sabemos que esta crisis no se resolverá en poco tiempo, y que la pandemia se está difundiendo. Estamos ante una situación que hasta hace unos meses era inimaginable.
Todo cambió en un tris. Lo que antes dábamos por supuesto parece cambiar inexorablemente: el modo de relacionarnos con los demás, en el trabajo, el trato en el vecindario, el estudio, el descanso, la oración y hasta la posibilidad de participar en cualquier celebración.
Lo más grave es el sufrimiento, el dolor de tantas personas, por los miles que han enfermado en situación de gravedad, y por los que han dejado este mundo. Muchas familias lloran a sus seres queridos sin haber podido estar cerca de ellos ni decirles adiós.
La muerte en tiempos del Covid-19 se caracteriza por la soledad, por la imposibilidad de tener al lado a los propios seres queridos, de estar acompañados, en el último aliento, por una voz amiga que no sea la de los médicos o enfermeros que trabajan en los hospitales al límite de sus fuerzas.
Para muchos creyentes, la imposibilidad de participar en la liturgia y en los sacramentos agrava la situación de pérdida, desánimo y desconcierto, aunque la Iglesia nos invita a renovar nuestra fe en Cristo Resucitado, que ha vencido la muerte y la ha hecho lugar de encuentro seguro con el rostro bueno del Padre. Las dificultades del momento han estimulado la creatividad y la inventiva de muchas comunidades que, utilizando los nuevos medios de comunicación, se hacen presentes en la vida de las familias encerradas en las casas de las ciudades semidesiertas.
La Iglesia lleva así en su tradición viviente un tesoro de sabiduría, esperanza, oportunidad para seguir experimentando que somos verdaderamente “una sola cosa” gracias a la acción del Espíritu Santo.
Fuertes en la tribulación quiere ser una pequeña ayuda para que juntos veamos y experimentemos la cercanía y la ternura de Dios, aún en medio del dolor, el sufrimiento, la soledad y el miedo. La fe no borra el dolor, ni la comunión eclesial quita la angustia; pero iluminan la realidad y la revelan como habitada por el amor y la esperanza fundada no sobre nuestras capacidades, sino precisamente sobre Aquel que es fiel y no nos abandona nunca.
Oraciones tradicionales
La primera sección está compuesta de oraciones, ritos y súplicas para momentos difíciles extraídos de la tradición cristiana. Por ejemplo, se recogen las invocaciones para los enfermos, para la liberación del mal, para confiar en la acción del Espíritu Santo. Estas oraciones provienen de diferentes iglesias en el mundo, pero también de varios períodos históricos.
Comunion espiritual
La segunda parte, por otro lado, se basa en las indicaciones de las autoridades eclesiásticas de seguir viviendo los sacramentos en un momento en que las celebraciones “sin la participación del pueblo” se han convertido en una constante. Las meditaciones se centran en el tema de la comunión espiritual al explicar cómo se obtiene el perdón de los pecados, ante la imposibilidad de confesarse.
Las palabras del Papa
Finalmente, en el centro de la tercera sección están las palabras de Francisco sobre la pandemia. Una colección que comienza el 9 de marzo y que representa un acompañamiento para volver sobre los pronunciamientos del Papa. Básicamente, están las homilías de la misa de la mañana en la Casa Santa Marta, así como el Ángelus y las diversas intervenciones extraordinarias que Francisco ha hecho sobre este tema.
Una herramienta dinámica
La característica del libro es su actualización continua a la luz de las nuevas intervenciones del Papa y el “redescubrimiento” de otros tesoros de la tradición eclesial. La revisión se llevará a cabo varias veces a la semana, enriqueciendo el volumen de vez en cuando con nuevos textos. Siempre será posible, incluso para aquellos que ya lo hayan hecho, descargar una nueva versión actualizada. Por lo tanto, una contribución editorial dinámica que explota las posibilidades del entorno digital para relanzar la mirada cristiana sobre la realidad.
La creatividad de la Iglesia
Con el cierre de lugares sagrados por riesgo de contagio, las pantallas que pueblan nuestras vidas se han convertido en terminales de varias iniciativas de oración. El Papa inmediatamente eligió difundir la misa en Santa Marta para llevar una palabra de esperanza a la gente. Con esta cita, quería acercarse, ingresar a las casas, teléfonos inteligentes y computadoras de todos. No deja de sorprender la innumerable fila de personas que están esperando compartir su misa desde Santa Marta, cada día a las 7 de la mañana.
“La fe no anula el dolor, no anula el sufrimiento y no quita automáticamente la angustia. Pero ayuda a tener esperanza”. Hacemos nuestras las palabras del prólogo de Andrea Tornielli.