Todos juntos y hacia adelante

Todos juntos y hacia adelante

Gustavo Zerbino, uruguayo sobreviviente en la Cordillera de Los Andes hace 47 años, escribió una carta a sus compatriotas para animarlos frente al coronavirus. Aquí algunos párrafos que bien sirven para todo ciudadano del planeta.

Después de los 73 días que los 16 jóvenes uruguayos sobrevivieron en el medio de la Cordillera de Los Andes, sus historias y sus palabras se han vuelto referencia cada vez que asoma la adversidad. Y ésta no es la excepción.

En una extensa carta compartida por Montevideo Portal, Gustavo Zerbino alienta a los uruguayos ante el avance del Covid-19.

Hoy estamos frente a una situación similar a cuando en la cordillera escuchamos por radio, 10 días después de la caída del avión, que se había suspendido la búsqueda, que nos habían abandonado y daban por muertos. Y hoy ,47 años después estoy hablando con ustedes y solo tengo gratitud por todo lo que aprendimos.
En ese momento dejamos de esperar el rescate de afuera (una vacuna) y nos dimos cuenta que sobrevivir y salir adelante dependía solo de nosotros. Nos conectamos entonces con nuestro máximo potencial físico, mental, emocional y espiritual y nos dimos cuenta de que no podíamos gastar nuestra energía hablando de cosas que no podíamos cambiar, que no dependían de nosotros y nos deprimían (como la queja y el miedo, que nos paralizaba y nos consumía toda nuestra energía, que era muy poca y había que usarla muy eficientemente).
Aprendimos que las cosas que ocurren en la vida no son ni buenas ni malas, son solo hechos, y las tenemos que aceptar, no con la mente sino con el corazón aunque duela.
Cuando se acepta la realidad tal cual es, se deja de sufrir y de pelear la mente con la realidad. Se empieza a ser parte de la solución y no del problema. Y ahí aparecen muchas posibilidades. Se aprende que lo importante no es lo que pasa, sino lo que hacemos con lo que nos pasa.
En la cordillera aprendimos muy rápido que teníamos que trabajar en equipo para construir una sociedad solidaria donde los bienes pertenecían a la comunidad; donde las normas aparecían cuando eran necesarias, y la primera fue que ¡estaba prohibido quejarse! ¡El único objetivo era sobrevivir, no yo, todos! Sin excusas.
Nuestra historia, es una historia de uruguayos. No es una tragedia (aunque tiene mucho de tragedia), ni un milagro (aunque tiene muchísimo de milagro).
Es una historia de amor, solidaridad, humildad, amistad y vocación de servicio que aprendimos en este país.
Con humildad aceptamos que solos no podíamos y transformamos el yo en nosotros, demostrando cómo a pesar de la diversidad se podía lograr la unidad detrás de un objetivo común.
Ahora estamos en el momento en que todos los uruguayos tenemos que aceptar el desafío de demostrarnos a nosotros mismos y al mundo por qué este maravilloso país va a salir adelante utilizando la única vacuna que hoy funciona y que puede parar la enfermedad: La vacuna de la obediencia y solidaridad de todos los uruguayos.
La única manera de ganarle al coronavirus y detener su expansión es confiando, trabajando ordenadamente, todos juntos, en equipo. Depende 100% de nosotros y del compromiso para lograrlo, asumiendo cada uno lo que le corresponde.
Siendo obedientes, haciendo lo que nos piden y quedándonos en casa.

(…)
No es tanto lo que nos piden, nosotros tuvimos que estar 73 días en los restos del avión en un espacio de unos 30 metros cuadrados, 29 personas amontonadas unas arriba de la otras. Sin ropa adecuada, sin comida. Abandonados, en el medio de la nada. A unos 4000 metros de altura soportando temperaturas de 30 grados bajo cero. Fue durísimo pero posible.
(…)
Hoy tenemos la oportunidad de elegir que queremos hacer, si queremos ser parte del problema o de la solución . Si queremos seguir siendo parte del problema, sigamos saliendo a la calle y hacer como que no pasa nada, sin importarnos la consecuencia de nuestros actos. Y si queremos ser parte de la solución quedémonos en casa y colaboremos con todo los que nos piden para controlar esta pandemia y que se propague lo menos posible, hasta que aparezca alguna vacuna que nos inmunice a todos.
Colaboremos con el gobierno, los médicos y personal de la salud en lo que nos soliciten. Están haciendo todos un esfuerzo extraordinario para nuestro beneficio y como en todas las historias hay siempre alguien con vocación de servicio que hace la gran diferencia. En nuestra historia fue el arriero Sergio Catalán, una persona humilde que hizo algo extraordinario: cabalgó 120 km para ir avisar que había encontrado 2 sobrevivientes, para que nosotros pudiéramos volver a la vida.
Hoy los seres extraordinarios son los médicos y el personal de salud. Están dando lo mejor de sí para tratar de ayudarnos a salir adelante y que podamos seguir disfrutando la vida .

(…)
En Los Andes aprendí que si no soy feliz con lo que tengo tampoco voy feliz con lo que me falta.
Ojalá todo esto sirva de algo. No hay crecimiento sin dolor, en las crisis individuales o de los países es cuando aflora lo mejor de cada uno.

Para leer la carta completa ingresar a Montevideo Portal.

Deja un comentario

No publicaremos tu direcci贸n de correo.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.