Un informe de los investigadores vuelve a colocarlo en el centro de una red de sobornos. El Supremo Tribunal Federal autorizó investigarlo.
El presidente de Brasil, Michel Temer, será nuevamente investigado por corrupción. El Supremo Tribunal Federal (STF), abrió un nuevo expediente contra él en el marco de las investigaciones sobre los sobornos pagados por la constructora Odebrecht. La Policía Federal tiene evidencias de una asociación ilícita que incluye al propio Temer entre sus miembros y el juez Barroso, del máximo tribunal, autorizó que se avance en la investigación.
La reacción del presidente, que niega las acusaciones, ha sido la de señalar que se está ante un ataque que viola “las garantías constitucionales”.
Sin embargo, Temer se ha liberado hasta ahora de ser procesado gracias al apoyo político en el Congreso que no dio los votos para ello, más que por la presentación de descargos que lo liberen de ser acusado por corrupción.
En su momento, el empresario Joesley Batista, propietario del gigante cárnico JBS, presentó una grabación en la que Temer acepta y alienta el pago de sobornos. Pero la delación de Batista puede ser anulada, pues es a su vez acusado de omitir información.
El informe presentado por la Policía Federal ante el STF sostiene que Temer no solamente negoció sobornos sino que recibió dinero para financiar su partido, el PMDB. Por otro lado, la fiscalía general cuenta con la delación de un banquero vinculado al PMDB, quien también revela que el mandatario oculta haber recibido financiaciones en modo ilegal.
Temer reacciona asegurando que se está ante aportes legales, autorizados por la justicia electoral. Su desprestigio es grande y cae por el suelo su popularidad, muy por debajo de la ex presidenta Dilma Rousseff, de por sí, baja. Sin embargo, no se está ante la reacción en la calle que acompañó la destitución de la mandataria, hace poco más de un año. La paradoja es que por acusaciones muchos más graves, Temer logra conservarse en el poder.
