Los socorristas están priorizando el rescate de sobrevivientes entre los escombros. El 45% de las viviendas de 70 mil habitantes han quedado destruidas.
Cuando una catástrofe alcanza una magnitud que incluso supera el grado de previsión posible, establecer balances es una tarea improbable. El huracán Dorian alcanzó la máxima categoría (5) con vientos cercanos o superiores a los 300 km por hora y durante dos días estacionó sobre la isla Gran Bahama y las Ábaco, del archipiélago de las Bahamas. Es un sector con unos 70 mil de los más de 330.000 habitantes del archipiélago y las destrucciones que ha dejado superan toda imaginación. Es por ello que, cuando ha pasado una semana, todavía se procede con lentitud debido a que la primera tarea es salvar a los sobrevivientes que quedaron en los escombros y que todavía podrían estar con vida.
Eso supone incluso dejar a un lado el conteo de los muertos, que hasta el momento ha llegado a 45, porque la prioridad es salvar vidas. Sin embargo, el gobierno de las Bahamas anuncia que, realísticamente, la población debe prepararse a una cantidad mucho más grande. Hay cientos, tal vez miles, de personas de las que se desconoce el paradero. Siendo una población de altos ingresos, es posible que muchas de estas personas hayan conseguido desplazarse con sus propios medios. Pero eso habrá que verificarlo cuando sea posible proceder con sistematicidad. Se estima que el 45% de las viviendas ha quedado destruido. Eso significa más de 30.000 personas sin hogar. Las autoridades han evacuado 3.500 habitantes afectados por la catástrofe, otros 1.500 se han trasladado con sus medios, barcos y aviones privados. Pero se está lejos de tener un cuadro completo de la situación. También hay sectores que siguen inundados.
Mientras, hay quejas por la lentitud de los socorros, en medio de la desolación, la falta de agua potable, electricidad, alimentos y medicamentos. Ninguna intervención en condiciones de este tipo podrá ser rápida. Cabe por tanto esperar.
Los expertos, sin embargo, destacan la fuerza del huracán. El segundo más letal desde que en 1950 se comenzó a medir la intensidad de estos fenómenos climáticos. En 2005 y 1988 hubo otros dos huracanes que alcanzaron la misma fuerza. Pero el dato inquietante es que es el quinto huracán que alcanza la categoría 5 desde 2016. En la medida de que se incremente el calentamiento global, la ONG Union of Concerned Scientist señala que también serán más frecuentes huracanes de esta categoría. Toda una advertencia acerca de los efectos del cambio climático.