La convocatoria de Asís, que este año celebró su edición número treinta, se centró en la oración por la paz y las relaciones fraternas entre creyentes. Un llamamiento que merecería la atención de todos, poderosos y ciudadanos de a pie.
Mientras en varios lugares del mundo sigue azotando la guerra, desde la ciudadela de Asís los líderes de las religiones se unen para orar por la paz. El Papa Francisco ha presentado en esta instancia una meditación, un discurso y un llamamiento a la paz que pretenden llegar a los que toman las decisiones políticas así como a los ciudadanos comunes, a cada creyente, a cada persona de buena voluntad, a los que llama “artesanos de la paz”.
En su discurso, el Papa indica en la indiferencia que acompaña las tragedias humanas que son el corolario de los conflictos “la gran enfermedad de nuestro tiempo”. Bergoglio señala que también los creyentes están contagiados por este morbo, pues es “un virus que paraliza, que vuelve inertes e insensibles, una enfermedad que ataca el centro mismo de la religiosidad, provocando un nuevo y triste paganismo: el paganismo de la indiferencia”. Por eso mismo, el Pontífice señala con claridad: Dios no quiere la guerra. Nunca. “Solo la paz es santa, no la guerra”.