La región de Al Giazira en el norte de Siria, cercana a la frontera con Turquía, está controlada por las fuerzas kurdas. En las 38 aldeas habitadas por cristianos hay muchas iglesias, pero debido a la migración, sólo dos de ellas siguen activas. De los 21.000 asirios ortodoxos que vivían en la región antes del conflicto, hoy subsisten sólo 800.
Este éxodo masivo se explica por un episodio ocurrido hace cuatro años, cuando 150 cristianos fueron secuestrados por miembros del Isis. Entre ellos había una familia caldea de cinco miembros. Los terroristas exigieron un rescate después de 15 días, pero como no llegó ningún pago, difundieron un video de la ejecución de tres rehenes. El mismo video mostraba a otros tres rehenes, entre ellos un miembro de la familia caldea, detrás de los tres condenados a muerte, como posibles próximas víctimas. Al rehén caldeo se le pidió que leyera un mensaje dirigido a los líderes de las iglesias cristianas pidiéndoles que pagaran el rescate. El pago se realizó a cambio de la liberación de 146 de los 147 supervivientes.
El “negocio” de los secuestros
Después, el 80% de los asirios huyeron al Líbano. Pero ese secuestro no fue el único episodio. “Era un negocio”, dice Monseñor Nidal Thomas: “Capturaban cristianos en Hassake y cobraban el dinero del rescate”. En aquel momento, explica el sacerdote, ninguna de las partes implicadas y presentes en la región podía proteger a los cristianos, por lo que muchos se marcharon y siguen marchándose en la actualidad.
7 de cada 10 cristianos emigran
Hay muchas partes presentes en la zona: Turquía ocupa una franja de tierra en Siria detrás de la frontera; Hezbolá; algunos soldados franceses; los iraníes; el ejército sirio con sus aliados rusos; y los kurdos, apoyados por las fuerzas estadounidenses presentes en la zona. Son ellos, los kurdos, quienes controlan la extracción de petróleo en la zona. Geográficamente, la región también limita con Irak. También en esta región, Monseñor Thomas informa que algunos grupos cristianos se han aliado con los kurdos, otros con el ejército sirio. Esto hace que la permanencia de los cristianos en la zona sea complicada, ya que siempre pueden ser sospechosos de ser enemigos, por un lado, y ser blanco de ataques. Por ello, si la situación de los cristianos es difícil en toda Siria, lo es aún más en la región de Al-Jazira (la isla, en árabe). Por esta razón, siete de cada diez optaron por marcharse, principalmente los asirios.
Llamado a la ayuda internacional
A esto se suma el reclutamiento militar organizado por los kurdos, explica el Prelado, porque necesitan nuevos reclutas, sobre todo jóvenes. Para los que quedaron en esta región donde la guerra no ha terminado, hay una complicación más: la enorme dificultad para recibir el dinero enviado por los familiares que viven en el extranjero. Esto es indispensable, dada la falta de trabajo, la crisis económica y la inflación. Por ello, Monseñor Thomas implora el apoyo de todas las personas de buena voluntad: “Todo el mundo debe conocer las condiciones en las que vivimos. Suplican a sus familiares refugiados en el extranjero que les ayuden a huir, porque aquí encuentran dificultades por todas partes, y no tienen futuro”. Un llamado al que no podemos hacer oídos sordos.
Fuente: Vatican News