La Selección Nacional perdió 2 a 0 con Brasil en semifinales y fue eliminado de la Copa América. El conjunto albiceleste mostró una faceta mejor que en los encuentros anteriores y una encomiable actitud, que no alcanzó.
El fútbol es injusto con Argentina. Es cierto que la Selección Nacional no era favorita en este torneo y que atravesó la primera fase con más dudas que certezas. Sin embargo, está a la vista que, con sus limitaciones, el equipo fue de menor a mayor a largo de todo el torneo. Y esta noche jugó su mejor partido, nada menos que ante el poderoso Brasil, local y gran favorito a quedarse con el certamen.
Desde que comenzó el torneo, a este grupo se le exigía fútbol y también actitud, sobre todo a los legendarios, como si todavía tuvieran que dar muestras de cómo sienten la camiseta nacional. En el contexto del recambio generacional y con un entrenador inexperto, que está haciendo sus primeras armas en el más alto nivel, algo que seguramente la Asociación del Fútbol Argentino deberá revisar, pueden sacarse conclusiones positivas del paso de la Selección por Brasil.
La primera, que aunque parezca extraño hay que mencionarla por las infinitas dudas que muchos se encargan de acrecentar, es que Lionel Messi sigue siendo el líder de este equipo. Esta noche, en el partido más desafiante desde el Mundial, el capitán asumió su rol y, sobre todo en el segundo tiempo, puso sobre sus hombros el juego del equipo. Y no sólo, sino también la entrega necesaria para este tipo de encuentros. Pero una vez más, y como si la fortuna le estuviera jugando una ya acostumbrada mala jugada, pareciera que el arco mide un centímetro menos que en el Barcelona. Las que en España entran besando y acariciando un palo, con Argentina son rechazadas por el poste como si se tratara de un conjuro difícil deshacer.
Otra buena noticia es la aparición de un delantero para el presente y el futuro de la Selección. Lautaro Martínez tiene hambre, potencia, juego, gol. El ABC de un goleador de elite que sin dudas le regalará muchos gritos a la Argentina.
Y detrás de ellos asoman socios que seguramente le aportarán también fútbol al combinado albiceleste, como Leandro Paredes y Rodrigo De Paul. Claro que para ello habrá que seguir aceitando los engranajes, con vistas a las próximas eliminatorias.
No obstante, también la conclusión de esta participación de Argentina en la Copa América es que el combinado nacional ya no es una gran potencia. Todo le cuesta y le costará mucho. Por déficit y limitación propia, pero también porque el resto de las selecciones sigue creciendo. Habrá que tener sapiencia y coraje para desandar el camino del recambio y de los últimos años de Messi con la Selección.
¿Es Lionel Scaloni el DT indicado para semejante desafío? En este torneo no demostró estar a la altura. El futuro del “equipo de todos” es incierto y las decisiones dirigenciales deberán ser coincidentes con los sueños de grandeza de un seleccionado que todavía tiene que reinventarse.