“Si no existiera, a Ciudad Nueva habría que inventarla”

“Si no existiera, a Ciudad Nueva habría que inventarla”

Entrevista a Carlos Mana – Después de más de 30 años vinculado estrechamente con la editorial de los Focolares, una nueva etapa lo espera fuera de la Argentina. Una vida dedicada a Dios y a la construcción del mundo unido a través de la comunicación.

Es la primera vez que me toca realizarle una entrevista a un compañero. No es una práctica habitual en el periodismo. Sin embargo, su trayectoria dentro de la Editorial Ciudad Nueva, haber dado la vida por esta obra de los Focolares y estar con un pie en el avión que lo trasladará a Roma, Italia, para brindar un nuevo servicio en la oficina de comunicación del Movimiento fundado por Chiara Lubich hicieron que en la redacción nos tomáramos esta licencia. Es un modo de darle un abrazo de despedida desde las páginas de esta revista que tanto ama y de despedirse de cada uno de nuestros lectores, con muchos de los cuales ha logrado incluso una relación personal y fraterna, fruto de tantos años de entrega y pasión por difundir el ideal de la unidad.  

La primera vez que tuvo una Ciudad Nueva en la mano fue gracias al párroco de Piamonte, su pueblo natal en Santa Fe. “Me gustó, me inquietó”, recuerda Carlos de aquellos años de adolescencia y juventud, en donde el descubrimiento de Dios Amor a través del Ideal de la Unidad (“fue una bisagra en mi vida”, describe) y su vocación de comunicador crecían con fuerza. Estudió la carrera de Comunicación y Periodismo en Rosario, viajó a Loppiano, Italia, para hacer la escuela de focolarinos y consagrarse a Dios, hasta que Vittorio Sabbione, quien unos cuantos años antes había llegado a la Argentina para dar el Ideal de Chiara, pidió que se instalara en Buenos Aires y trabajara en Ciudad Nueva. 

–¿Cómo recordás esos primeros años en la Editorial? ¿Qué te enseñó Ciudad Nueva como joven profesional?

–Comencé en la parte administrativa, cuando estaba el proceso de unificación de la parte de la revista y de los libros para convertirse en una única editorial. Poco a poco fui entrando en la redacción. Lo primero que aprendí fue la importancia de las relaciones. El clima de familia en el trabajo de Ciudad Nueva. Es verdad que siendo más joven uno comete errores, necesita ser ayudado, corregido, pero fui aprendiendo el trabajo en equipo. Lo que surgía no era tanto una genialidad de una persona sino el conjunto de los que hacen esa revista y que expresaba el carisma de la Unidad cada vez más encarnado. Otra cosa que me enseñó es a esperar los tiempos de Dios, para ir comprendiendo las circunstancias y ver cómo los sueños se iban realizando.

–¿Y cómo viviste las relaciones con las comunidades de los Focolares a donde llega Ciudad Nueva?

–Ese es el mayor tesoro que hoy me llevo de Ciudad Nueva. Esas relaciones del equipo trascienden en un montón de relaciones con las personas, con muchas de las cuales nos vinculamos solo a la distancia. Pero después, yendo a una u otra ciudad era una alegría unir la cara con el nombre y comprobar que nos conocíamos desde siempre. Ver también el amor que mucha gente tiene por Ciudad Nueva, la enorme valorización, más allá de las diferencias que podamos tener.

–¿Por qué creés que una editorial como Ciudad Nueva es importante para la sociedad?

–Si Ciudad Nueva no existiera habría que inventarla. Me parece que es fundamental porque si nosotros no damos la palabra que surge de la espiritualidad del carisma de Chiara, no la da nadie. Somos el vehículo, el burrito que lleva al mensajero, y sin el burrito el mensajero no llega. Ciudad Nueva tiene esa misión, de ir abriendo caminos, intentando llegar siempre un poquito más allá, incluso hasta lugares donde no llegamos a ver. En un encuentro con todas las Ciudad Nueva del mundo, Jesús Morán (NdR: copresidente de los Focolares), haciendo referencia a un teólogo, decía que Ciudad Nueva debía ser como un rabdomante, el que encuentra agua. Es decir, nosotros tenemos que ser como ese rabdomante que encuentra donde hay semillas de novedad, del Verbo, humanidad nueva, que está en muchos lugares. Tiene una misión fundamental que no la puede dejar de hacer. Por eso hay que sostenerla. Y la gente está dispuesta.

–¿Qué significó para vos la visita de Chiara Lubich a la editorial en 1998?

– (Se le ilumina la cara) Toda la visita de Chiara a la Argentina fue muy particular y la viví muy de cerca. Y que haya venido a Ciudad Nueva fue un regalo grandísimo. Estábamos los que trabajábamos y ella saludó a uno por uno, se detenía, preguntaba, quería saber cómo hacíamos. Cuando se sentó a hablar en la oficina de Honorio Rey, director de la revista, veías la acción del Espíritu Santo en ella. Estaba bajo un rayo de luz. Y ahí fue cuando dijo “verán que Ciudad Nueva y el encuentro con el Ideal no será el encuentro con un Movimiento o una estructura, sino que será el encuentro con Jesús vivo”. Doy gracias a Dios porque fueron días extraordinarios que guardo en el corazón.

–Recientemente nació la iniciativa Nuova Global. ¿Cuál es el aporte que Ciudad Nueva puede ofrecer globalmente?

–Desde hace unos años venimos trabajando con todas las Ciudad Nueva en potenciar nuestra internacionalidad y multiculturalidad gracias a la presencia en diferentes puntos del planeta. Surgió entonces la posibilidad de un proyecto que tiene tres partes: la revalorización de todas las Ciudad Nueva locales a través de proyectos, la creación de una fundación que se llamará también Nuova Global que se encargará de gestionar y conseguir fondos para poder realizar esos proyectos y luego una redacción internacional que produzca una revista de un target de llegada a dirigentes de todo el mundo. Es un proyecto que demandará cinco años hasta que esté en plenitud su funcionamiento. Ya lo hemos lanzado mundialmente y entrevemos que será mucho más grande de lo que podemos imaginar.

–Hoy Ciudad Nueva es más que una revista y los libros. Es también una web, radio, redes sociales, podcast. ¿Qué soñás para Ciudad Nueva de aquí en adelante?

–Sueño que sea cada vez más un medio que se expanda teniendo en cuenta todas las franjas de la sociedad y todos los alcances culturales de cada uno. Que sea un instrumento para el mundo unido que se fortalezca cada día más. Es innegable que necesitamos de todos. No somos un gran multimedio pero somos muchos que juntos podemos hacer este multimedio que busque el diálogo, ser puente donde hay fracturas.

–Después de tantos años viviendo tu vida como focolarino en Buenos Aires. ¿Qué vas extrañar de Ciudad Nueva, de Buenos Aires, de Argentina, del Cono Sur?

–No sé si voy a extrañar porque por un lado me gusta el trabajo y me apasiona. Pero además porque Ciudad Nueva se viene conmigo y por un tiempo seguiré trabajando por Ciudad Nueva, acompañando este proceso de Nuova Global, ya que está previsto que pueda profundizar el contacto con todas las Ciudad Nueva que están en todo el mundo. Seguiremos juntos en esto. En cuanto a mi vida como focolarino, ahora se me pide también dejar de lado mi cultura, mi patria para meterme en otro lugar. Eso será una experiencia humana nueva. Pero de Ciudad Nueva me llevo todo, todo viene conmigo.

Artículo publicado en la edición Nº 633 de la revista Ciudad Nueva.

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