En un documento el Papa introduce esta motivación como requisito para reconocer la santidad.
El reciente motu proprio del papa Francisco, “Maiorem hac dilectionem” (mayor amor que éste), instituye una nueva figura relativa a la santidad que alcanzada por los fieles. Es el camino del “ofrecimiento de la vida”. El Papa reconoce la santidad de quienes han ofrecido su vida motivados por el Evangelio y por los demás y han fallecido como consecuencia de ello.
Sería, por ejemplo, el caso de una persona que se ha consagrado al cuidado de leprosos, se ha contagiado y muerto por esa enfermedad o, el caso de la argentina Cecilia Perrín de Builde, cuyo proceso de beatificación avanza, quien, siendo afectada por un cáncer, decidió proteger al del que estaba embarazada, evitando someterse a una terapia que habría provocado la muerte del feto.
Según la normativa existente, hasta ahora existían tres caminos por los que una persona podría ser elevada a la categoría de beato o santo: el martirio para personas asesinadas por odio a la fe; la práctica de forma heroica de las virtudes; y, por último, la canonización equivalente, fruto de la devoción hacia el candidato y fórmula por la que el Papa confirma un culto que ya existente.
Con el nuevo documento, Francisco introduce una nueva vía a mitad de camino entre el martirio y las virtudes heroicas. A diferencia de la vía del martirio sí requiere de un milagro atribuido a la intercesión de la persona para su beatificación y otro para su canonización.
La decisión papal, conforme al título del documento, evoca las palabras de Jesús que reproduce el Evangelio de Juan, en el capítulo 15: “Nadie tiene mayor amor que éste: que uno ponga su vida por sus amigos”. Y rescata el gesto de incontables cristianos que en momentos cruciales de su existencia eligieron donar incluso su vida por alguien, en coherencia con los valores evangélicos.
Para más información suscribite a digital.ciudadnueva.com.ar o a la versión papel en ciudadnueva.org.ar/revista/suscripciones.