Finaliza una guerra olvidada que provocó 80.000 muertos. Los etíopes aceptaron el veredicto de la ONU sobre el territorio disputado con las armas.
Entre 1998 y 2000 Eritrea y Etiopía combatieron un conflicto al disputarse una porción de territorio que ambos países se disputaban desde que, en 1993, los eritreos se independizaron y progresivamente las relaciones entre los dos países se deterioraron. Una lucha sangrienta, que produjo 80.000 muertos por una región pobre y escasa en recursos. Se le llamó, irónicamente, la disputa entre dos pelados sobre la tenencia de un peine.
Desde que cesó el fuego, los dos países no habían llegado a un tratado de paz, por lo que el conflicto seguía latente, en espera de un pronunciamiento de la ONU. La semana pasada, el gobierno eritreo, desde la capital, Asmara, saludó el gesto positivo que provenía desde la capital adversaria, Addis Abeba: la aceptación del Gobierno etíope que aceptaba el veredicto de la comisión de la ONU que estudió el litigio fronterizo. Una delegación eritrea viajará a Addis Abeba para negociar los detalles de un acuerdo definitivo de paz. Etiopía aceptó que el territorio disputado durante tres años pertenece a Eritrea.
Es una buena noticia, teniendo especialmente presente que estamos en una de las regiones del mundo, África oriental, más pobres y desoladas del mundo. Y también teniendo presente que la comunidad internacional necesita apagar focos de conflictos para dedicarse a hacer más vivible la vida de cientos de millones de personas.