Seguir a l@s jóvenes

Seguir a l@s jóvenes

En conmemoración del Día de la Mujer, una reflexión que pone a los y las jóvenes en un rol protagónico en busca de la igualdad.

Las cuestiones relativas a la mujer y a su posición en la sociedad, la desigualdad, la violencia, los estereotipos, no constituyen un “tema de moda”, sino un tema instalado socialmente. Podemos estar de acuerdo o no, pero no podemos ignorar su existencia, ni la sensibilidad social que generan. Así como la injustificada violencia hacia las mujeres levanta protestas y organiza manifestaciones de gran escala, también los pequeños hechos cotidianos que muestran comentarios machistas son contestados, cuestionados y divulgados como nunca antes.

Hace apenas unas semanas, una noticia periodística, se titulaba “Actriz en oferta”, haciendo alusión a un comentario halagador que había hecho una actriz hacia un cantante, expresando que quería conocerlo. “¿Cómo llamaría este diario a un hombre que le gusta una mujer y quiere conocerla? ¿Un winner? ¿Un capo? ¿Un maestro?”, señala oportunamente la agraviada en un tweet que fue masivamente apoyado por sus seguidores.

Recientemente, un político polaco expresó públicamente que las mujeres deben ganar menos porque son menos inteligentes, provocando una instantánea cadena acusadora.

Y así, periodistas, cantantes, actores, políticos son interpelados sin piedad, ante cualquier comentario que encubra o evidencie alguna actitud denigrante hacia la mujer. Lo que antes era imperceptible, hoy se destapa y se denuncia como muestra de una exigencia social cada vez mayor de orientar la política, la educación, la comunicación y la vida cotidiana hacia una igualdad que no quiere hacerse esperar más.

Desde el año 2010 se utiliza el denominado Índice de Desarrollo de Género (IDG), introducido en el Informe de Desarrollo Humano, por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), para dar cuenta del nivel de inequidad que sufren las mujeres frente a los hombres. Este índice, si bien difícilmente pueda dar cuenta de la complejidad del fenómeno, puede darnos una idea de la distribución mundial de las desigualdades, midiéndolas en tres dimensiones: salud reproductiva, empoderamiento y participación en el  mercado de trabajo y varía desde países con brechas muy pequeñas, como Eslovenia y Suiza (2,1%) hasta otros con una brecha muy grande, como Yemen y Nigeria (73%).  Argentina tiene un IDG de 38%.

Las reglas que hemos creado nos están haciendo mal

¿Qué camino debemos recorrer para ir cerrando la brecha? Sin duda ya lo estamos recorriendo y soy optimista al presenciar el accionar y el sentir de las nuevas generaciones al respecto.

Por ser docente, mi trabajo transcurre permanentemente entre jóvenes y a lo largo de estos años voy viendo cómo este tema los motiva cada vez más, tanto a las mujeres como a los varones. Para ellos no es “normal” que la mujer tenga menos oportunidades que los hombres, ni que el hombre se considere una “ayuda” en las tareas domésticas o que sean muchos menos los cargos de poder político o académico ocupados por mujeres. Los jóvenes son los primeros que se movilizan, que denuncian, que detectan aquello que para sus mayores es natural, que se rebelan, se enojan y juzgan cualquier palabra o actitud que muestre algún atisbo de dominación masculina. Están atentos, nada se les escapa y nada perdonan si es ofensivo en este sentido. En Argentina y en América latina en general, son ell@s quienes llevan adelante la bandera de la igualdad de género.

Así lo demuestra Esteban Belderrain, quien con 18 años y siendo estudiante de ingeniería en San Pablo, se considera a sí mismo pro feminista, porque apoya la igualdad. “En mi facultad estamos trabajando en el tema. Los jóvenes reaccionamos y nos rebelamos ante situaciones machistas, especialmente a través de las redes sociales, sobre todo cuando vemos por ejemplo políticos conservadores, muy comunes aquí, que expresan abiertamente comentarios repugnantes hacia las mujeres o, como sucedió recientemente en el carnaval de Río, en donde hubo una denuncia de agresión machista cada cuatro minutos.”  Y así, los jóvenes van entendiendo y difundiendo ellos mismos que la igualdad no es sólo cosa de mujeres, sino de toda la sociedad. Son ellos los que están cambiando el lenguaje y hoy ya no dudan en utilizar la “x” o la “@” en lugar de la “o”, en palabras que refieren a ambos sexos.

Estamos siendo partícipes de una generación que ha cambiado su perspectiva, su pensamiento, sus sentimientos, su actitud, pero que tiene que remar todavía contra la corriente de tradiciones muy arraigadas, que permanecen tanto sutil como groseramente.  “Muchos lo vemos y muchos otros no, continúa Esteban, hay quienes siguen considerando que está bien por ejemplo decirle groserías a las chicas y que eso a ellas les gusta”. Esteban  tiene claro además que las consecuencias negativas del machismo no son sólo para las mujeres -si bien para ellas es mil veces peor-, sino también para los hombres: “Los varones tenemos una gran presión social, ya que ese lugar privilegiado que nos hemos creado hay que sostenerlo siendo fuerte, teniendo un trabajo sustentable, manteniendo el hogar, pagando la cena cuando salimos con una chica. Por lo tanto sos menos hombre si llorás o ganás menos que tu mujer.” Y demostrando su interés en el tema, comenta: “Vi un documental que muestra que hay más suicidios de hombres que de mujeres, porque a las mujeres se les enseña más a pedir ayuda, a expresar lo que tienen adentro. Entonces yo pienso que el mismo hombre que sostiene que la cocina es para la mujer, es el  que no se anima a decir que le gusta tejer, por ejemplo, o  que le gusta su mejor amigo. Es decir, estas reglas no existen, las hemos creado nosotros mismos y nos están haciendo mal.”

Como adultos, como docentes, nos preocupamos generalmente por inculcar cambios en la educación para que estas situaciones se reviertan, pero muchas veces son l@s jóvenes, como Esteban, quienes nos señalan el camino de manera sencilla, quienes nos abren los ojos, nos informan, nos transforman y nos incitan a mantener la coherencia, privilegiando la igualdad por sobre las convenciones.

 

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