Obtuvo el 54,5% de los votos. Alejandro Guillier obtuvo el 45,4% de votos de la centro izquierda. ¿Un giro a la derecha o más bien hacia el centro?
Sebastián Piñera ganó ayer la segunda vuelta en Chile y volverá a ser presidente hasta las elecciones de 2021. Piñera, quien es expresión de los partidos de la derecha, consiguió una distancia de 9 puntos sobre el candidato de la centro izquierda, Alejandro Guillier. Una victoria clara, en la que una vez más los sondeos se equivocaron. En proprio presidente electo lo ha manifestado en sus primeras declaraciones, cuando ha reconocido que “en la primera vuelta tuvimos menos votos de los que esperábamos y en la segunda más de los que esperábamos”. Los sondeos indicaban que Piñera, que en primera vuelta había conseguido el 36%, estaba más cerca de su techo que Guillier (22%). Sin embargo, Piñera consiguió el 54,5% de los votos y Guillier no pudo ir más allá del 45,4%.
Hubo un poco más de votantes, respecto de la primera vuelta (47%), superando el 49%, pero más de la mitad de los electores se quedaron en su casa, volviendo a plantear para el espectro político el desafío de seducir a quienes se mantienen distantes del ejercicio del voto y de la política en general.
Si bien Piñera representa la derecha, su partido, Renovación Nacional, ha tomado distancia hace tiempo de los sectores que todavía añoran los años de la dictadura de Pinochet, cuyo peso político se reduce con el tiempo. Consciente de ello, el partido más derechista, la UDI, ni siquiera ha presentado un candidato propio en las internas apostando por el flamante mandatario. Piñera es un industrial poseedor de una de las mayores fortunas del país, de claro enfoque neoliberal en un país que en 20 años de gobierno consecutivo de la centro izquierda, nunca ha tenido giros radicales en su economía. Los números de Chile son una excepción en la región, con un equilibrio fiscal envidiable, un bajo nivel de endeudamiento, al tiempo que la inversión en obras pública va creciendo. La pobreza medida por ingresos se sitúa en el 11% y sigue bajando, la inflación es del 1,5%, el desempleo entre el 7 y el 8%.
Es pensable que, en lugar de un giro a la derecha, en realidad, Piñera ha ganado por su giro hacia el centro en la última etapa de su campaña en la que ha reconocido figuras de la centro izquierda, como el fallecido presidente democristiano Patricio Aylwin. Manifestó que no daría marcha atrás en la gratuidad de la educación obligatoria, la reforma más importante implementada por la saliente presidenta Michelle Bachelet, sino que mejoría su aplicación así como mejoraría la reforma impositiva para simplificar su normativa.
Fieles al estilo chileno de hacer política, ajeno a los dramatismos y a las posturas extremas, Bachelet ha llamado al presidente electo para felicitarlo y lo ha hecho en vivo y en directo por televisión. Ambos se han felicitado y el ganador ha destacado el rol de la mandataria. El propio Guillier, aunque reconociendo la derrota en un día “triste”, ha felicitado al ganador.
Guillier no pudo capitalizar 24 años de gobierno de centro izquierda. Fue un candidato poco carismático y con pocas ideas propias. Su coalición, la Nueva Mayoría, que abarca desde la Democracia Cristiana al Partido Comunista, sale desgastada de estas elecciones y está en veremos su continuidad. Más a la izquierda, ha surgido un movimiento nuevo, el Frente Amplio, con figuras más jóvenes que apunta a un reformismo progresista sin dogmatismos, con un eje claro en la justicia social. Este sector no votó masivamente por Guillier, factor que habría volcado la balanza de las elecciones hacia su lado. No cree en una coalición que no ha sabido impulsar cambios más sustanciales en el principal problema del país: la elevada desigualdad, muy por encima de los promedios de Sudamérica, y de la OCDE, de la que Chile es parte y se auto anunció como partido de oposición.
Los chilenos que votaron han preferido apostar sobre lo seguro, en lugar de una figura con poco carisma que habría sido, posiblemente, desgastada por la oposición del progresismo, han preferido un giro liberal acaso más previsible en su conducción. Igualmente, Piñera deberá negociar el apoyo en el Congreso de sus iniciativas legislativas, pues nadie dispone de la mayoría. ¿Se ampliará su coalición hacia el centro? ¿O podrá la centro izquierda reorganizarse? Es lo que veremos en los próximos cuatro años.