Al retirar el Nobel de la Paz, el presidente de Colombia dedicó el galardón a los ocho millones de víctimas de 52 años de conflicto armado. Ahora es tiempo de pacificar el país.
Con un emotivo discurso, este sábado el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, retiró el Nobel de la Paz que le fuera asignado por el comité noruego. Fue en Oslo, donde hace poco más de cuatro años se iniciaron formalmente las negociaciones entre su Gobierno y la guerrilla de las FARC que culminaron en el acuerdo definitivo que pone fin al conflicto. “Hay una guerra menos”, resumió Santos el éxito del proceso de paz comenzado en su momento.
El presidente afirmó que el premio es un reconocimiento a las más de ocho millones de víctimas que ha dejado la guerra de Colombia durante 52 años, a quienes agradeció su apoyo en estos años. “Las víctimas quieren la justicia, pero más que nada quieren la verdad. Mientras muchos que no han sufrido en carne propia el conflicto se resisten a la paz, son las víctimas las más dispuestas a perdonar, a reconciliarse, y a enfrentar el futuro con un corazón libre de odio”, sostuvo Santos ante la mirada de un grupo de víctimas de la guerra invitadas a presenciar el acto.
Como ministro de defensa e incluso durante su primer mandato, Santos asestó duros golpes a las guerrilla de las FARC. Sin embargo, eso no le impidió apostar al diálogo de paz convencido de que “es insensato pensar que el fin de los conflictos sea el exterminio de la contraparte (…), la victoria final por las armas no es otra cosa que la derrota del espíritu humano. El primer paso, uno crucial, fue dejar de ver a los guerrilleros como enemigos, para considerarlos simplemente como adversarios. Hay que estar dispuestos a tomar decisiones difíciles, audaces, muchas veces impopulares, para lograr el objetivo final de la paz”, aseguró el presidente. El mandatario reconoció, y agradeció, la voluntad de paz de las FARC, cuyos miembros no estuvieron presentes en Oslo.
Santos regresó a Colombia para continuar un proceso mirado con mucha esperanza y apoyo desde el exterior, en medio de críticas y oposiciones en su país. Está sufriendo retrasos el proceso de concentración de los cerca de 7 mil guerrilleros en una 20 zonas del país. Problemas legales con los mandatos de arresto todavía vigentes lo impiden, así como aparecen señales de reaparición de grupos paramilitares.
También se señala que la violencia no ha menguado en el país. Víctimas privilegiadas son los miembros y líderes de organizaciones campesinas que reclaman tierra. En el país se registra la más alta concentración de tierra de América Latina y este tema fue una de las causantes de la guerra interna y se sospecha que los sicarios son enviados por los propios terratenientes, a menudo vinculados con sectores paramilitares de la extrema derecha. En lo que va del año han sido asesinados o sufrieron atentados un centenar de miembros de la sociedad civil y son más de 300 los muertos en los últimos tres años.
No será fácil la tarea de Santos. Cada día aparecen nuevos obstáculos, aunque mirando atrás se puede decir que los principales han sido sorteados.
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