Una larga secuencia de casos indica que, desde le regreso a la democracia, ningún gobierno ha sabido dotarse de fuerzas policiales confiables.
El doloroso caso de Santiago Maldonado vuelve a poner al descubierto las dificultades que han tenido todos los gobiernos, desde el regreso a la democracia, respecto del uso de la fuerza por parte de las instituciones policiales del país, la capacidad de respuesta de la justicia y de los demás aparatos del Estado.
Endilgar a la actual gestión el resultado de una situación que tiene larga historia, incluso hablando de gobierno genocida, parece a todas luces exagerado, aun cuando a nadie se le escapa la torpeza con la cual se accionó desde la cartera de Patricia Bullrich, y el discutible proceder del primer juez a cargo. La Argentina dispone de fuerzas policiales que oscilan a menudo entre la pasividad total a la reacción salvaje, impropia de cuerpos que disponen del monopolio legal de la fuerza en nombre del Estado.
Nos lo recuerdan los casos de Kosteki y Santillán, muertos por una acción ilegal y violenta de la bonaerense en tiempos del Gobierno de Duhalde. Nadie habló de genocidio ni de dictadura. Fue clave en ese entonces el aporte del fotógrafo de Página12 que publicó las fotos de ese episodio. Vuelve a la memoria el caso de Ezequiel Demonty, al que nueve policías de la Federal torturaron y arrojaron al Riachuelo y quie murió en esas fétidas aguas. La secuencia incluye cientos de casos y pasa por el descabezamiento de numerosas cúpulas de la Bonaerense y de la Federal (¿cuántas?), involucradas en secuestros de personas, narcotráfico y cobro de coimas, con hasta la denuncia de los precios para acceder a una comisaria o a una departamental (¡!), jefes policiales destituidos por tener cuentas en dólares en paraísos fiscales… Incluye la muerte de Mariano Ferreyra, asesinado por sindicalistas armados (una gigantesca contradicción) con la ayuda policial de una zona liberada y el secuestro de decenas de chicas como Marita Verón que no podrían haber desaparecido en la nada sin la connivencia policial. El de Julio López sigue engrosando esta lista, junto con la denuncia de 17 wichis asesinados en Formosa.
La CORREPI (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional), que no es por cierto una institución devota del oficialismo, señala que desde el regreso de la democracia la cantidad de víctimas por la acción policial ha tenido una escalada que no se frena, y no se ha frenado tampoco desde el comienzo del actual gobierno. Entre 250 y casi 300 casos al año en los últimos diez años, dicen que no se trata de un problema actual pero que, por lo demostrado por la muerte del joven Maldonado, tampoco en la actualidad hay muestras de haber sido enfocada correctamente.
El problema de fondo, a entender de quien escribe, es que la democracia no ha conseguido dotarse de aparatos policiales confiables, formados a partir de la protección de los derechos fundamentales y no desde su vulneración, capaces de situar la ley por encima de la escala jerárquica y por completo ajenos al delito. El caso Maldonado es el último y doloroso eslabón de una cadena que incluye políticas pendulares que han oscilado entre el intento de reforma, la resignación ante la situación, la política de meterle bala.
En el caso Maldonado cabe esperar que se avance con la investigación para esclarecer este triste hecho. La autopsia solicitada prudentemente por el juez a cargo, Gustavo Lleral, será posiblemente un caso emblemático en la historia de la medicina forense del país: 55 peritos de todas las partes interesadas, filmación del proceso con dos cámaras, permanentes garantías de equidistancia. Es pare evitar el chapuceo intencional ocurrido, por ejemplo, en el caso de la muerte del fiscal Nisman.
Antes de los resultados finales, no caben las cavilaciones y menos todavía los intentos de utilización política de este caso. Deberá accionar la justicia y tenemos derecho que lo haga aplicando el peso de la ley, sea quien sea el o los responsables de esta muerte. Pero, a no dudarlo, al día siguiente el país seguirá teniendo el desafío de dotarse de fuerzas policiales acordes con un estado democrático y de derecho y de jueces independientes.
Estoy de acuerdo con lo escrito, pero me parece que aunque las fuerzas de seguridad sean las mejores, las mas eficientes, con los mejores protocolos, aun así, en el intento de desalojar a violentos, de reprimir revoltosos, aveces será inevitable herir o lastimar, ya que es prácticamente imposible desalojar a una horda de exaltados sin el uso de algún tipo o nivel de violencia. Es lamentable, pero aveces, inevitable.
Leíste el caso? Es llamativo tu comentario.
Son dos cosa a distintas, a mi entender, una es el uso de la fuerza. Un policía que responde al fuego no manda caramelos, o sea, el uso de la fuerza supone que habrá personas con efectos de ese uso. Otra cosa es hacerlo en modo salvaje y sin las ganarantías legales. Como en el caso de Kosteki y Santillán que derivó en un doble asesinado a sangre fría. Las fuerzas policiales deben usar la fuerzas según lo que establece la ley y sus protocolos, no por encima de ambas cosas.
Recuerdo al Ministro Luís Brunati, ministro de gobierno de la Provincia de Buenos Aires durante la gestión Cafiero, todo el empeño por depurar una institución absolutamente corrompida como lo es la Bonaerense. Sus penurias, los atentados sufridos por el y su familia; y finalmente el pedido del gobernador “AFLOJA LA MANO, LOS MUCHACHOS ESTÁN ENOJADOS”, donde se desnuda asimismo la corrupción política. De este caso testigo que concluyo con la renuncia indeclinable del ministro se infiere el maridaje entre la corrupción del mundo de la política y las instituciones “DE SEGURIDAD”. Por prudencia lo dejo aquí, porque hay mucho que agregar, bastaría una entrevista a la hermana Peloni para ilustrar.
Página/12 :: El país :: La historia de un precursor
https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-33950-2004-04-11.html
una trilogía que me enseñaron hace años me aclaro muchas cosas. LIbertad, Justicia, Seguridad. (aunque todos queremos que esto sea 100% de cada una ) los hechos muestran otra cosa. Si buscan seguridad a veces se viola la libertad y la Justicia sufre. El busca de mas libertad la seguridad baja y la justicia sufre.y cuando la justicia impera la libertad y la seguridad no siempre imperan.. el mundo que yo conozco por ahora es así. Espero y lucho por un mundo mas justo seguro y libre, pero no soy un optimista crónico.
Coincido que es un triste historia…. muy triste… me llama la atención como algunos les recuerda tanto a la Argentina de dictadura “La Argentina dispone de fuerzas policiales que oscilan a menudo entre la pasividad total a la reacción salvaje, impropia de cuerpos que disponen del monopolio legal de la fuerza en nombre del Estado.
Nos lo recuerdan los casos de Kosteki y Santillán, muertos por una acción ilegal y violenta….” en vez de apostar a la democracia y el pluralismo… y en esto de convivir con otras ideologías aún encontradas las capuchas y los palos no tienen lugar… coincido con Daniel, AL AFIRMAR: “en el intento de desalojar a violentos, de reprimir revoltosos, aveces será inevitable herir o lastimar, ya que es prácticamente imposible desalojar a una horda de exaltados sin el uso de algún tipo o nivel de violencia. Es lamentable, pero aveces, inevitable.” si no citen algún ejemplo de estado democrático que controle tumultos con caricias…
por cierto … El cuerpo de Maldonado no presento signos de violencia alguna…