Si entendemos a la Iglesia católica como una gran familia, las expresiones en que puede manifestarse tienden a diversificarse. Aunque en esencia el mensaje es el mismo, lo cierto es que dentro de la estructura eclesial existen distintos carismas que, cada uno con su identidad, dan su aporte a la comunidad.
Ciudad Nueva conversó con referentes de algunos de esos carismas e integrantes de movimientos y corrientes. Conocer qué actividades llevan adelante, cuáles son los principios que ponderan o qué estilo de vida proponen, es una manera de seguir conociendo la configuración de una Iglesia que quiere abrazar a todos.
Renovación Carismática Católica
Pino Scafuro, integrante de RCC, define a esta estructura como una experiencia espiritual y cita al papa Francisco, que la caracteriza como una corriente de gracia.
¿Cuál es su carisma?
En general, lo que se conoce de la RCC son aspectos que tienen que ver con la exteriorización de esta experiencia: aplausos, cantos de júbilo, predicaciones, emoción. Sin embargo, lo importante es la vivencia espiritual que las suscita. Lo que buscamos hacer en nuestros grupos de oración es favorecer la experiencia interior que busca el encuentro personal con Jesús, la conversión y la apertura a la acción del Espíritu Santo. Se busca crear un espacio donde las personas tengan la libertad y la confianza de orar espontáneamente. Este encuentro personal con Dios suele tener efectos sanadores de la relación con Él y con uno mismo. Esta apertura da lugar a la acción del Espíritu Santo, que viene acompañado de dones y carismas, los que, recibidos, crecen y producen un bien para uno y para toda la comunidad.
¿Cuál es el aporte a la Iglesia de hoy, especialmente en Latinoamérica?
Es la región con mayor presencia. Creemos que el Evangelio es la resolución a los grandes males de la humanidad y así, con el Anuncio de la Buena Nueva, la RCC se ha extendido literalmente en todo el mundo e implica a decenas de millones de personas. Luego de ciertas resistencias al inicio, la gente se fue formando y muchos laicos se integraron como animadores de distintas pastorales. Entre los mayores aportes, nombraría la revitalización de la liturgia. Es común ver ahora en las misas, la alabanza y el canto que hace un tiempo solo se veían en la RCC. La lectura asidua de la Palabra de Dios, que dejó de ser un libro para especialistas y se transformó en una forma popular de relación con Dios que habla hoy, a cada uno.
¿Qué obras o acciones características hay en este momento llevándose a cabo?
Hay retiros y encuentros multitudinarios, donde existe una gran manifestación de los gestos físicos, como el abrazo. La extensión de la pandemia puso a prueba nuestra fe y nuestra creatividad para mantener vivas las comunidades. La mayoría de los grupos de oración, que en Latinoamérica serán unos 20.000, continúan por medios virtuales o presenciales reducidos. También hay quienes no pueden asistir a grupos de oración y ahora están dedicados a servicios sociales vinculados con la emergencia de la pandemia. Otro aporte importante es el trabajo por la unidad de los cristianos. La RCC nació ecuménica, por eso fue fácil encontrarnos y trabajar por la unidad. La forma que tenemos de hacerlo no se centra en las diferencias ni en la teología sino en la relación que establecemos.
Movimiento Apostólico de Schoenstatt
El padre Pablo G. Pérez, director de Schoenstatt en Argentina, señala como característica principal que “la Alianza de Amor con la Virgen María constituye lo más profundo de nuestra espiritualidad y está en armonía con la trama central de la espiritualidad bíblica”.
¿Cuál es su carisma?
Diría que es marcadamente mariano. Dios le regaló a nuestro fundador, el padre José Kentenich, un vínculo especial y novedoso con María, que él vivió y proclamó con gran ardor y conciencia de misión. Su amor a la Virgen lo llevó a sellar una Alianza de Amor con Ella en una capilla que había estado abandonada. El padre Kentenich, junto con un grupo de jóvenes, se consagró a la Virgen a través de esta alianza, pidiéndole a ella que se establezca de manera especial en ese lugar.
¿Cuál es el aporte a la Iglesia de hoy, especialmente en Latinoamérica?
Hay otros rasgos distintivos del carisma que resultan nuestro aporte. Yo destaco la visión propositiva que tenemos del hombre, con esta idea de que somos hijos valiosos de Dios, originales y únicos; la integración de la psicología y pedagogía en la vida espiritual, es decir, una valoración positiva de los afectos y sentimientos a la hora de vivir la fe; buscamos vivir la fe familiarmente y regalar la experiencia de familia; tenemos una profunda conciencia de misión; creemos en un Dios que está presente en las cosas cotidianas y no por fuera o más allá de ellas; buscamos ser una organización que tenga un mínimo de normas, un amplio espacio para la libertad animado con una fuerte espiritualidad.
Inspirado por el padre Kentenich, quien entregó su vida por la Iglesia a tal punto que pidió que en su tumba se colocara como epitafio ‘Dilexit Ecclesiam’ (Amó a la Iglesia), creemos que nuestro movimiento aporta en la imperiosa misión de conquistar el corazón del hombre mediante el ejemplo de vida, el testimonio y compromiso allí donde uno se encuentre, para dejar atrás al “hombre viejo” y forjar un hombre nuevo, en una comunidad nueva.
¿Qué obras o acciones características hay en este momento llevándose a cabo?
Como movimiento no queremos vivir hacia adentro, sino que nos sentimos llamados a regalar el carisma a toda la Iglesia y sociedad. Desde 2015 acuñamos la expresión “Schoenstatt en salida”. Ofrecemos nuestro carisma a través de las distintas instancias de nuestro movimiento y de nuestros santuarios como lugares de peregrinación y centros de formación espiritual. Nuestro apoyo a la vida de fe de las familias es de lo más perfilado. Los grupos de matrimonios, consultorías familiares, acompañamiento de novios, etc. Además de las acciones apostólicas que se realizan como las voluntarias de María en los hospitales púbicos, la Campaña del Rosario de la Virgen Peregrina inserta en muchas parroquias que llega a tantas familias, los jóvenes tienen grandes grupos misioneros en distintas diócesis del país.
Movimiento de la Palabra de Dios
Gustavo Vivona forma parte del Movimiento, que tiene origen en la celebración de Pascua, a lo largo de tres días de retiro. El primero se realizó en 1974, en el barrio porteño de Flores.
¿Cuál es el carisma?
El carisma encuentra su fuente en el encuentro con Jesús que se entrega, se ofrece, sufre, muere y resucita, por mí y por cada uno. Eso nos impulsa a anunciar el Evangelio desde la Alianza del amor fraterno, constituyendo comunidades discipulares de salvación con el impulso del Espíritu Santo. La experiencia del encuentro con Jesús vivo, la fraternidad, la oración espontánea comunitaria y personal, el vínculo vital con la Palabra de Dios, vivir en el amor de la Alianza Trinitaria, buscar construir la Civilización del Amor son algunos de los rasgos de nuestro carisma.
¿Cuál es el aporte a la Iglesia de hoy, especialmente en Latinoamérica?
A través de sus comunidades, el Movimiento busca ofrecer su espiritualidad a través de distintos servicios. Algunos de ellos son: el Proceso Comunitario para la Confirmación, una instancia de preparación para recibir el sacramento a través de un camino comunitario, que busca que la persona realice y continúe su experiencia en un lugar de la Iglesia; las Fraternidades sacerdotales, que se conforman por sacerdotes de distintas parroquias con la finalidad de desarrollar un camino fraterno; la animación de la liturgia de la eucaristía.
¿Qué obras o acciones características hay en este momento llevándose a cabo?
Hay varias. Por un lado están los colegios San José de la Palabra de Dios (en Córdoba y Buenos Aires). Tenemos la Editorial de la Palabra de Dios, que brinda su servicio en los distintos países latinoamericanos en los que estamos (Ecuador, Perú, Uruguay, Argentina). Además, participamos de ámbitos de la organización civil en conjunto con miembros de otros lugares eclesiales con la finalidad de que el Evangelio llegue a realidades como el CLAdeES (Centro Latinoamericano de Evangelización Social). También existen fraternidades de trabajadores y profesionales, que buscan desarrollar esa realidad particular con el carisma propio del Movimiento.
Opus Dei
Josefina Madariaga es miembro del Opus Dei y cuenta que el camino de esta institución dentro de la Iglesia tiene una misión evangelizadora.
¿Cuál es el carisma?
El núcleo de su carisma es el encuentro con Dios en la vida de todos los días, especialmente en el trabajo, al servicio de los demás y en la familia. Se trata de un camino de santidad que recuerda a todos los hombres y mujeres de cualquier condición y cultura que pueden transformar el trabajo, y la vida familiar y social, en un puente para llegar a Dios. En palabras de san Josemaría, el fundador, el Opus Dei nació “para decir a hombres y mujeres de todos los países, de cualquier condición, raza, lengua o ambiente –y de cualquier estado: solteros, casados, viudos, sacerdotes–, que podían amar y servir a Dios, sin dejar de vivir en su trabajo ordinario, con su familia, en sus variadas y normales relaciones sociales.
¿Cuál es el aporte a la Iglesia de hoy, especialmente en Latinoamérica?
En 1949 comenzaron las actividades apostólicas y solidarias en México y Estados Unidos, y en 1950, en Argentina y Chile. Luego, poco a poco fue llegando a todo el continente. El aporte más importante es en la biografía de cada persona: el acompañamiento espiritual para que profundicen su trato con Dios y esto se exprese en su servicio a los demás. Por otro lado, impulsados por el espíritu de san Josemaría, y sintiéndose llamados a llevar la luz del Evangelio a todas las periferias, numerosas personas del Opus Dei, junto con la ayuda y el apoyo de amigos y amigas, llevan adelante obras solidarias, asistenciales y educativas en América Latina y en el mundo con el compromiso de aportar a la construcción de un mundo mejor, de paz y justicia.
¿Qué obras o acciones características hay en este momento llevándose a cabo?
Se trata de iniciativas que buscan responder a las necesidades reales de un país o un ambiente. En Argentina están la Universidad Austral y el Hospital Solidario Austral, que surgieron como respuesta ante la emergencia sanitaria causada por la pandemia del covid-19, para ofrecer atención de alta complejidad a personas vulnerables sin cobertura médica. Al mismo tiempo existen los Talleres Marangatú, una iniciativa que busca empoderar a la mujer a través de la capacitación en oficios. Por su parte, los colegios Cruz del Sur y Buen Consejo desarrollan un proyecto educativo de inclusión en el barrio de Barracas, en permanente contacto con las familias, muchas de las cuales viven en la Villa 21-24 y el barrio Zavaleta.
Comunión y Liberación
Itatí Cabral, integrante de CL, define al Movimiento como “una gran amistad, difundida por todo el mundo y arraigada en la fe cristiana”.
¿Cuál es el carisma?
El Movimiento propone un camino educativo que se centra en tres dimensiones: por un lado, la cultura. El encuentro con Cristo solo se reconoce como humanamente razonable y conveniente si capta las exigencias de la vida. La verdadera dimensión cultural cristiana se realiza confrontando la verdad de la persona de Cristo con nuestra vida en todas sus implicaciones. Sin censurar nada de lo humano ni de sus preguntas, la experiencia cristiana se convierte en un enfoque crítico y lleno de curiosidad. En segunda instancia, la caridad. El cristianismo potencia nuestra exigencia de interesarnos por los demás. La ley suprema de nuestro ser es la caridad. O sea, compartir nuestro ser con el de los demás. Por último, la misión. El interés por las necesidades de la humanidad no tiene límite. De hecho, los términos en que se expresa la llamada de Cristo son los últimos confines de la tierra, y hasta el fin del mundo. Se trata de una invitación a la misión como cambio de mentalidad: salir de la idea de una existencia burguesa, cómoda y árida, para vivir en cada instante y en todo lugar proyectados constantemente hacia el otro”.
¿Cuál es el aporte a la Iglesia de hoy, especialmente en Latinoamérica?
En un mundo secularizado como el que vivimos, anunciar la razonabilidad de la fe y del hecho de Cristo, es el mayor aporte que podemos dar a nuestros hermanos los hombres. Cristo es aquello que buscamos en todo lo que gustamos. El cristianismo, como a menudo se piensa, no es un conjunto abstracto de preceptos y de prácticas rituales completamente yuxtapuestas a la búsqueda de significado y de felicidad que tiene el hombre. Cristo es la respuesta al hombre, pero una respuesta solo se comprende cuando el hombre percibe dentro de sí la pregunta, su propia necesidad. Por ello, el camino propuesto por CL invita “a vivir la fe no como punto de llegada, sino como una herida nunca cicatrizada, haciéndome compañero de viaje de cualquiera que me encuentre por el camino”. La apertura incondicional al otro y la valoración de todo lo humano, acercan la experiencia cristiana incluso a los que existencial o ideológicamente sean distantes a ella. Esto es posible en la vida cotidiana, en la normalidad de las relaciones sociales y en el diálogo con el mundo contemporáneo. Se trata de un camino que llega a tocar los problemas más profundos, a todos los niveles.
¿Qué obras o acciones características hay en este momento llevándose a cabo?
La vida del movimiento se concreta en comunidades por ambiente: secundarios jóvenes y adultos vinculados con la escuela secundaria; universitarios jóvenes y adultos cuya principal actividad se desarrolla en torno a la universidad; y adultos. En Argentina existen grupos/comunidades en Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Salta, Tucumán y Chaco. Hay numerosas iniciativas creadas por miembros del Movimiento que muestran una creatividad social. El acontecimiento cristiano responde de manera más plena y verdadera a las exigencias humanas, por eso la persona educada en la fe se ve animada a asumir su responsabilidad social y compromiso civil. Existen en el mundo un gran número de fundaciones educativas y asistenciales, las comunidades terapéuticas, las obras de recuperación e integración para jóvenes con dificultad, las cooperativas de trabajo en las cárceles, las escuelas creadas en Italia y en tantos países donde existen comunidades del Movimiento (y que implican a muchísimas personas que no pertenecen a CL). Así también la Compañía de las Obras, nacida en 1986, una red de empresas con y sin ánimo de lucro, orientada a valorar en el cauce de la Doctrina Social de la Iglesia la capacidad de emprender y la solidaridad.
Artículo publicado en la edición Nº 631 de la revista Ciudad Nueva.