La mera mención del nombre “Robin Wood”, invita a soñar. Fue un enorme guionista paraguayo de esos irrepetibles, que nos dejó el domingo 17 de octubre, a los 77 años.
Su obra fue gigante, escribiendo no cientos, sino miles de guiones.
Personajes como Dennis Martin, Savarese, Pepe Sánchez o Nippur de Lagash, surgieron de la frondosa imaginación de Robin Wood.
Orígenes
A principios del Siglo XX, un grupo de inmigrantes irlandeses anarco-socialistas se lanzó a través del mar desde la lejana Australia, para internarse en las selvas del Paraguay y fundar una colonia. Allí en Caazapá, en el año 1943 llegaba al mundo un niño, al que su madre bautizó con el nombre de un héroe medieval. Fue hijo único, y emigró con su madre a la Argentina, donde pasó años complejos. De adolescente, regresó al Paraguay, donde ensayaría oficios como los de albañil, camionero o hachero en los obrajes del Alto Paraná.
En Encarnación, conoce al intelectual Rómulo Perina, quien lo impulsa a probar suerte con la escritura. Robin escribe sus primeros cuentos, y gana un concurso literario. Viaja a Buenos Aires, y conocerá a Lucho Olivera, joven dibujante argentino, con quien comparte la pasión por la historia antigua, especialmente por la de la civilización sumeria. Bajo el influjo de esta obsesión, Lucho convence a Robin de que escriba una historia, que él se encarga de ilustrar, para presentarlo a una editorial que publica revistas de historietas. Aquella primera obra, titulada “Historia para Lagash”, habla de un guerrero sumerio llamado Nippur, cuya ciudad, Lagash, cae bajo el asedio traicionero del dictador Luggal-Zagizi. Exiliado de su tierra, el guerrero se ve condenado a peregrinar por el mundo.
Su paso por Columba
Corre el año 1967. Un día, al pasar por un kiosco, Robin hojea la revista D´Artagnan, de la Editorial Columba, y no lo puede creer: allí estaba publicada su historia. Nacía un nuevo escritor en el vasto universo de las historietas de la mano de su primer y más célebre personaje: Nippur de Lagash. Acto seguido verían la luz otros personajes creados para D´’Artagnan y otras revistas de Columba: Jackaroe, Dennis Martin, Mi Novia y yo.
Así se convierte en el guionista estrella de Columba, junto a Hector Germán Oesterheld. Su producción es tan pródiga, que debe utilizar seudónimos para no llenar la grilla de autores en los índices. A los pocos años de su carrera se lanza a conocer el mundo, tal como lo hacen sus personajes. Recorre tierras lejanas, investiga en el propio terreno la historia de exóticas culturas, vive mil y una aventuras que dan vida a nuevos personajes. Escribiendo en diversos hoteles envía sus guiones por correo a Buenos Aires, donde surgen más y más criaturas con su firma: como Pepe Sánchez, El Cosaco, Helena, Savarese y Dago, entre otros. Es un cultor del trabajo remoto, claro lo hace sin computadora, porque gracias a sus lecturas y su imaginación, eso le alcanza para inventar historias que son atrapantes.
Hasta la Facultad de Teología de El Vaticano le había otorgado el Premio a la Mejor Historieta Religiosa al capítulo “El Nazareno” de su personaje Gilgamesh el Inmortal.
Entre 1966 y 1998 trabajó en más de 30 producciones del género con algunos de los más prestigiosos dibujantes de la Argentina, como Lito Fernández, Domingo Madrafina y Lucho Olivera, entre otros. Como guionista creó a más de 95 personajes y escribió más de diez mil guiones. A lo largo de su carrera recibió numerosos premios, entre ellos el de la Bienal de Córdoba de 1997 en la que fue distinguido como el “Mejor Guionista del Mundo”.
La mirada de Wood
Así como en los planteos de sus primeros personajes se podían percibir aspectos de un reforzado individualismo o de exacerbación de la violencia, como también cierta glorificación al machismo o una visión maniquea del mundo político, acentuado en algunos personajes como Dennis Martin (el espía que en los años de la Guerra Fría luchaba del lado de los “buenos” del este contra los “malos” del oeste), a partir de su producción de los años 80 se percibe una toma de postura cada vez más acentuada del escritor con respecto a las ideas progresistas de fin de siglo.
Con la serie Helena, Robin se introduce por primera vez en la piel de una mujer enfrentada al mundo cotidiano, planteando desde esa perspectiva una historieta de fuerte tono feminista. En Dago hay una explícita denuncia de toda forma de esclavitud humana, mientras en las aventuras de Martín Hell se cuelan alegatos ecologistas a favor de la defensa del medio ambiente. Los héroes que al principio parecían de bronce se convierten en anti-héroes más humanos, experimento que ya había sufrido años antes el propio Nippur de Lagash, quien pierde un ojo de un certero flechazo pero gana en humanidad.
Muchos críticos que se ocuparon de su obra, lo ubicaron dentro del ámbito de la historieta argentina, ignorando en gran medida su condición de paraguayo. Esto no ha impedido que los elementos culturales y afectivos de su país natal se hayan ido metiendo subrepticia o explícitamente a lo largo de toda su producción.
Autodefinido como un “una especie de recluso de mi trabajo por propia voluntad”, Robin Wood supo ganarse una legión de fanáticos de sus historias y personajes más allá de nuestras fronteras. Su archivo, que incluye originales de sus historietas más populares, fue donado por el autor a la Biblioteca Nacional “Mariano Moreno”.
Se fue Robin Wood, un hombre que supo soñar y entusiasmar a infinidad de personas. Un ser que invitó a miles de personas a interesarse por la historia, y salir así de la rutina. Un bellísimo modo de aproximarse al universo de los libros, pero desde las historietas.
Así lo retrataron en junio de 2021 Diego Accorsi, Julio Neveleff y Leandro Paolini Somers en una biografía autorizada.
Gracias por hacernos felices. Descansa en paz querido Robin!
Fuentes:
https://www.tebeosfera.com/documentos/robin_wood_el_nombre_de_la_aventura.html
https://www.cultura.gob.ar/robin-wood-un-inventor-de-heroes-para-nuestra-memoria-colectiva-11300/
