Lo confirmaron los presidentes Rodolfo D’Onofrio y Daniel Angelici, echando por tierra el deseo de Mauricio Macri, quien había pedido que los dos partidos se jugaran con hinchas del equipo visitante.
El evento es extraordinario. Jamás sucedió que dos equipos de un mismo país definan quién se quedará con el trofeo más importante para un club de un continente. No pasó en Europa con la Champions League y no había pasado nunca en la Copa Libertadores. Hasta ahora. Boca y River, River y Boca protagonizarán una final que estará en el foco de todos los amantes del fútbol del mundo. Y además será la última que se disputará con el modo de partido de ida y vuelta, ya que en la edición 2019 comenzará a definirse a un partido en cancha neutral. Toda una innovación para Sudamérica, imitando lo que sucede en el Viejo Mundo desde hace mucho tiempo.
Por estas razones el presidente de la Nación, Mauricio Macri, se adelantó a pedir que estos partidos tuvieran la presencia de los hinchas visitantes. Un deseo fundamentado en la tentadora posibilidad de mostrar al mundo que Argentina podría organizar sin inconvenientes eventos deportivos de este calibre. Estas finales, más la inminente cumbre de mandatarios en el marco del G-20 aparecen como dos hitos en los que el país será destinatario de las miradas de todo el globo.
Sin embargo, para que los visitantes regresen a los estadios (situación que le devolvería un condimento valioso a este deporte) debe recorrerse un camino lento y cuidadoso. Los intentos que se han hecho en partidos de menor relevancia en el ámbito local han tenido resultados dispares a nivel seguridad. Pero hacerlo de sopetón, en un evento de esta naturaleza y en la que ambos equipos, River y Boca, han demostrado que sus estadios muchas veces les quedan chicos para satisfacer los lugares de sus socios, habilitar la presencia reducida de simpatizantes del rival (no podrían otorgar más de 4000 lugares) hubiera sido muy difícil de llevar a cabo.
¿Es una pena que este tipo de encuentros no puedan vivirse con la participación de los dos colores en las tribunas? Sin dudas. Pero hacer creer que de repente todo está bien y que las cosas podrían realizarse sin ningún problema por lo menos suena a irresponsable.
Boca jugará primero de local, y dos semanas más tarde lo hará River. Cada parcialidad tendrá su fiesta en su estadio. Y ojalá pueda vivirse como tal. Una final así es un evento extraordinario. Y ojalá todas las partes estén a la altura para que sea un espectáculo atrapante.