¿Quién podrá salvarnos de esta incertidumbre? ¿Serán “los médicos candomberos” quizá?

¿Quién podrá salvarnos de esta incertidumbre? ¿Serán “los médicos candomberos” quizá?

El martes 3 de diciembre de 1833 nacía en Cuba, Carlos Juan Finlay, médico que detectó el mosquito transmisor de la fiebre amarilla. En su honor celebramos el día del médico por estos lares.  También cada 3 de diciembre celebramos en el Río de la Plata, el día nacional del candombe. Ritmo que con solo escucharlo, provoca el movimiento de los piececillos y la alegría del corazón. 

La República Oriental del Uruguay celebra su día nacional del Candombe, la cultura afrouruguaya y la equidad racial. Cuestión que evoca el suceso del domingo 3 de diciembre de 1978, cuando sonaron especialmente los tambores en “llamada” por última vez en el “Medio Mundo”,  templo fundamental del candombe.

Aquel domingo tuvo lugar esta “llamada” en defensa del legendario conventillo, condenado a la demolición por la dictadura militar que dispuso el desalojo forzado de sus habitantes, al igual que en el hermano conventillo de “Ansina” un mes después.

Lo sucedido en ese 3 de diciembre fue un acto espontáneo con mucho de homenaje de despedida a una de las cunas inspiradoras del candombe, del compromiso con su legado, y también con mucho de rechazo y resistencia a una arbitrariedad cargada del racismo de quienes sostenían que “los negros” y sus tambores empobrecían la ciudad, y “no podían vivir en el centro de Montevideo perjudicando su particular atractivo turístico e inmobiliario”.

Así fundamentaba el primer legislador afrouruguayo Edgardo Ortuño, al presentar el proyecto de ley en el Congreso Uruguayo, obteniendo su sanción, bajo el nro. de Ley 18 059: “El candombe es un patrimonio cultural de música y danza, autóctono del Uruguay, creado por los descendientes de africanos. Se basa en el toque de los tambores denominados “chico”, “repique” y “piano”. Su danza y canto, fruto de una larga evolución que remonta sus orígenes al legado de los africanos trasladados forzosamente a América del Sur, sudaneses y bantúes de la costa atlántica del África, y mozambiques de su costa oriental”.

El término kandombe en la lengua kimbundo, significa danza con tambores, o costumbre de negros, o danza de negros. En sus primeras acepciones domésticas, candombe designaba las ocasiones en que los africanos ejecutaban sus danzas ancestrales y recreaban, espiritual y simbólicamente, sus sociedades de origen y ceremonias características, como la coronación de sus reyes. Con ello también mantenían una parte de su vida fuera del control absoluto que aquella sociedad propietaria de esclavos trataba de ejercer sobre ellos.

Aquellos africanos, como luego sus descendientes, buscaron formas y espacios de encuentro dentro de la legalidad de una época que apenas aceptó su nucleamiento en las llamadas “Naciones” para su vida sociocultural. Ellas fueron además de referencias de sus naciones de origen, asociaciones que prestaban socorro, ayuda mutua y protección a sus componentes, que lograron mantener ritos, prácticas de cantos y danzas que implicaban sus creencias religiosas, y constituyeron los medios para conservar algunas tradiciones culturales africanas, inclusive el uso de lenguas regionales en los cantos de bailes y del ritual funerario, así como la mística ”bajada del santo” al ritmo de los tambores, que aún presiden las ceremonias afro religiosas.

Se preservaron y cultivaron así expresiones de danza y de canto continuadas por las comparsas que desarrollaron el toque y paso del candombe.

El 27 de noviembre de 1834 aparece la primera referencia escrita disponible del término candombe. Su desarrollo como expresión artística y cultural estuvo muy ligada a la peripecia social de aquellas mujeres y hombres negros en el proceso posterior a la abolición de la esclavitud, en el que debieron insertarse en los espacios relegados de la sociedad, asumiendo las tareas más duras y menos valoradas del mercado laboral en el rol subordinado que las concepciones racistas le asignaron.

En el trabajo, primero como esclavo y luego como peón en la estiba portuaria, depósitos, barracas, saladeros y curtiembre, encontrarán los elementos materiales y técnicos que junto a su cultura ancestral permitirá hacer de barriles sobrantes, barricas de yerba, aceitunas, y con la lonja de origen vacuno, los tambores del candombe: chico, repique, piano y bombo. Instrumentos autóctonos del Uruguay, únicos por sus características, ejecución y tonalidades que reproducen los registros de las voces humanas bajo, barítono, soprano y tenor, que tras larga evolución llegaron a su formato contemporáneo de fabricación artesanal a partir de duelas de madera, en un proceso que incluyó la caída en desuso del llamado tambor “bombo” , o cuarto tambor básico del candombe.

La significación del candombe como expresión de la herencia afro y de sus profundas raíces ancestrales, se manifiestan en el indiscutible protagonismo del tambor y en los personajes que caracterizan su danza e identifican sus coreografías:

El Gramillero; representa al “Negro viejo”, al abuelo, la ancestralidad masculina, y al yuyero o curandero con su maleta de yuyos y gramilla, vestido con galera y ropas de época colonial, sintetiza elementos de las antiguas Naciones, al rey de la Sala de Nación, más adelante Presidente de la Sociedad de Negros y al médico tradicional africano.

La Mama Vieja; representa la ancestralidad femenina, sintetizando la reina de la antigua Sala de Nación, a quien se le pedirá la bendición, y posiblemente también curandera.

El Escobero representa al chamán o brujo que limpiaba de maleficios los lugares de celebración; rey o ministro de Nación, bastonero que abría el paso, escobero luego, que con su escobilla mientras gira limpia su cuerpo y el camino de los tambores, asistido de cascabeles, espejos y cintas de colores que adornan su taparrabo.

A ellos se sumará con el paso del tiempo y desarrollo de su danza, el cuerpo de baile, surgiendo a mediados de siglo XX fruto de distintas influencias, la figura de la vedette como figura central, completando la coreografía actual de la comparsa de candombe.

Celebramos este día, que conjuga música y salud, de la mano de uno de los músicos más memorables, queribles e hiperprofesional, el impar Hugo Fattoruso, quien da vida a varios de estos personajes sanadores y nos “Abre el portón”.

 
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  1. Gabriel Ferrero 7 diciembre, 2020, 08:26

    Muchísimas gracias Quique por este artículo tan lindo que recrea tan bien ese ritmo, tan peculiar, que llevo adentro desde niño.

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