Quiche “de emergencia”

Quiche “de emergencia”

A veces, la cocina nos obliga a soluciones de emergencia, originadas por una distracción o por estar escasos de dinero. Los ñoquis nacieron por esta última razón: inventar algo disponiendo sólo de un puñado de harina.

Una tarde, mi idea de preparar una quiche para mis nietas, chocó contra mi distracción que hizo que olvidara comprar la tapa de pascualina para su fondo. El horno estaba encendido, el súper ya en hora de cierre, todos los ingredientes ya dispuestos sobre la mesada y mi nieta de siete años que me observaba con curiosidad. Me acordé que me habían quedado unos tacos, así que pasé mantequilla por una fuente de vidrio y dispuse los tacos tapando el fondo y los costados de la misma.

Antes, había hervido un abundante atado de acelgas que luego piqué. En una sartén pude a saltear en poco aceite media cebolla y medio morrón rojo. Cuando estuvieron blanditos, agregué un poco de chorizo colorado (o longaniza) y luego añadí las acelgas. Preparé una taza de leche en polvo usando la misma agua de las acelgas hervidas, a la que añadí tres huevos y batí bien todo. Listo todo, coloqué la acelga y arriba le derramé la leche con los huevos, cubrí con una generosa espolvoreada de queso rallado y metí en horno bien caliente durante 20/25 minutos (el tiempo para que se vuelva todo sólido).

Para que los tacos en el fondo no se quemen, conviene mantener la fuente no demasiado cerca de la fuente de calor o bajar a la mitad la temperatura durante los últimos 10 minutos. El resultado final es a mitad de camino entre una pascualina y una quiche. Pero la heterodoxia es propia de toda gastronomía.

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