Todavía aparecen algunos días de frío que merecen la preparación de este alimento que se junta bien con el clima invernal, aunque no necesariamente.
La polenta es harina de maíz cocida en agua, un alimento originario del norte de Italia, pero difundido también en Austria, Balcanes y sur de Francia. Décadas atrás era un plato pobre, alimento básico de los trabajadores del campo que no disponían de mucho más para agregarle, una suerte de pan fácil de obtener. Por las frías noches invernales, en muchos casos la polenta se acompañaba con leche para hacer un poco más sustanciosa la austera cena. Hay incluso enfermedades vinculadas a una dieta basada en polenta y con escasas vitaminas. Tampoco lograba calmar el hambre, ya que como cereal la digestión es bastante rápida. La frecuente presencia de este alimento en las regiones del norte italiano explica el porqué se le dice “polentones” a los habitantes de esas zonas del país.
Aclaremos que no pretendemos aquí prepararla según el estilo tradicional, con la harina de maíz cruda, cocinada en una olla de cobre. Los que conocen este tipo de preparación, saben que luego hace falta un largo tiempo para limpiar la olla. Así que recurriremos a las polentas instantáneas, algunas con una cocción de apenas pocos minutos.
Sigan las instrucciones del envase y tendrán una buena polenta. Pueden utilizar algunos consejos para un plato más satisfactorio. Por ejemplo, que no sea demasiado líquida, porque una vez fuera de la olla, la polenta debería poderse cortar con un hilo de algodón en tajadas (claramente, sirve también un cuchillo). En lugar de agua pueden utilizar leche, para que sea más suave. Al final de la preparación, pensando en las cantidades para cuatro personas, pueden añadir un par de cucharas de mantequilla, para darle más sabor.
La gracia de la polenta está en la comida que la acompaña. Puede ser una buena salsa boloñesa (o con trocitos de carne) por ejemplo, con una abundante ralladura de queso arriba.
Disponiendo de más tiempo, se puede preparar un buen guiso de carne y verduras, suficientemente líquido para empapar la porción de polenta. Para ello, pueden cortar groseramente una cebolla grande, dos zanahorias, medio morrón (del color que prefieran), agregar la carne trozada en cubos y salterla en la olla, añadir un generoso vaso de vino tinto y cuando habrá evaporado el alcohol un par de cucharones de caldo (o agua), dos tomates trozados y dejar cocinar hasta que está listo, añadiendo un par de hojas de laurel. Las variantes del guiso dependerán del gusto, no sugeriría añadir papas, pero sí otra hortaliza como los zucchini.
Podrán disfrutar más este plato usando conejo o cordero. En ese caso, trocen el conejo la noche anterior y déjelo marinar con sal, pimienta, un par de clavos de olor y un buen vaso de vino tinto. Al día siguiente, quiten los clavos de olor, y pasen a la cacerola el conejo, agregando un puñadito de alcaparras, una cebolla mediana cortada en juliana, una zanahoria, algo de morrón a gusto y una bandeja de hongos champiñones, dejando salterar un poco. Cuando esté sellada la carne del conejo, añadir el jugo en el que marinó, una ramita de romero y dejar cocinar a fuego bajo hasta que esté listo. Lo agregarán a la polenta y servirán todo bien caliente.
Otra manera de preparar la polenta puede ser con los chorizos que habrán asado en otro momento. Los trozarán, uno por persona, y los agregarán a la polenta mientras se está cocinando, dejando que asuma bien el sabor de los chorizos. Antes habrán salteado un par de dientes de ajo cortados en mitades a los que habrá agregado una generosa cantidad de hongos champiñones. Cuando el agua de los hongos se haya secado lo suficiente, agreguen vino blanco lo suficiente para darle sabor y dejar secar el todo, cuidando que los hongos no cocinen demasiado (unos diez minutos deberían bastar). Apaguen, agreguen un buen puñado de perejil picado y acompañen la polenta con los chorizos.
Otro alimento que bien se acompaña a la polenta es el queso. Les diría que casi en todos los platos, pueden añadir algo de queso rallado a la polenta. Pero pueden prepararla como sugerido y luego disponer en una fuente una primera capa que cubrirán con queso roquefort (o queso azul) o algún buen queso mantecoso (tipo fontina italiana) o también gruyere. Cubran con otra capa de polenta y lleven al horno para gratinar un poco la superficie.
En fin, las combinaciones son muchas. En todos los casos, el vino tinto es un buen acompañante de este plato.