En una noche histórica en el Camp Nou, Barcelona revirtió el 0-4 ante PSG y lo derrotó 6 a 1 con tres goles después de los 88 minutos de juego.
Que hagan cálculos. Que planifiquen. Que busquen la mejor fórmula de neutralizarlo. Pero que nunca lo den por muerto, aunque él mismo se sienta así. Desde hace una década, Barcelona le ha demostrado al mundo que es capaz de hacer de todo. Rompió récords, ha tenido partidos épicos, legendarios, goleadas para todos los gustos. Pero el planeta aún desconocía la capacidad de revivir que tiene este equipo. Y menos aún cuando sólo restaban dos minutos del tiempo reglamentario y tres goles, ¡sí, tres goles!, para alcanzar el objetivo de clasificar a una siguiente instancia del certamen de clubes más atrapante del mundo.
Barcelona había sido apabullado por Paris Saint Germain en el encuentro de ida. Un 4 a 0 a favor de los franceses que los depositaba, prácticamente, en los cuartos de final de la Champions League. Sin embargo, una vez más, las palabras de Dante Panzeri se hacen más presentes que nunca: “Fútbol, dinámica de lo impensado”. Y el Barcelona es su máximo exponente.
Incluso en el mismo encuentro los catalanes pasaron por todos los estados de ánimo. Un primer tiempo con un 2 a 0 a favor les permitía creer en la hazaña. Ni hablar cuando a los cinco minutos del complemento Lionel Messi anotó el tercero. Pero el tanto de Cavani enmudeció al Camp Nou y apagó la llama de la ilusión blaugrana. Por el gol de visitante, ahora los locales debían marcar otros tres goles…
Y nos animamos a decir que “apagó” porque era lo que reflejaba Barcelona. Las ideas se escabullían con el correr del tiempo. Los minutos escasos y el atropello atentaban contra las posibilidades reales de los dirigidos por Luis Enrique.
No obstante, el fuego sagrado de este equipo aún humeaba. Una braza aún caliente se reavivó con un magistral tiro libre de Neymar, cuando restaban dos minutos para tiempo reglamentario. Y precisamente a los 90, penal y otra vez Neymar para hacer estallar a un Camp Nou enloquecido, que se aferraba con uñas y dientes a la posibilidad de una noche épica.
Y entonces sí. Otra vez Neymar acarició la pelota, centro llovido al área para que Sergi Roberto extendiera su pierna y desviara la trayectoria ante la falsa salida del arquero visitante. Los miles de catalanes presentes se pellizcaban. Los franceses miraban sin ver, incrédulos de lo que estaban soportando.
En una noche en la que el mismísimo Messi estuvo desconocido, Barcelona resucitó. Perdón si el término es exagerado. Pero ya no hay palabras para describir aquello de lo que es capaz el mejor equipo de todos los tiempos.
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pero no va a ganar ni el campeonato español,ni la champion,por eso se va el dt