Ante la posibilidad de un acuerdo comercial con la Unión Europea, Argentina, Brasil y Paraguay se oponen a que Venezuela asuma la conducción temporaria del bloque.
La transmisión de la presidencia temporaria del Mercosur, que corresponde a Venezuela, se ha transformado en un motivo que evidencia la crisis por la que pasa el bloque, la que motivó la suspensión de la cumbre de presidentes del bloque prevista para este mes.
El escenario adverso para la economía regional hace de telón de fondo en un momento en que se considera al alcance del Mercosur concluir un acuerdo comercial con la Unión Europea postergado durante mucho tiempo.
Brasil, Argentina y Paraguay plantean que es muy improbable que, bajo la presidencia del presidente venezolano Nicolás Maduro, las negociaciones puedan llegar a buen puerto. Por eso presionan a Uruguay -que hasta el momento apoyó la idea de que el traspaso de mando se hiciera según lo previsto-, para que el presidente Tabaré Vázquez siga al frente del bloque hasta agosto.
Ante esta postura, Uruguay no quiso resolver el tema en soledad y pidió una urgente reunión de cancilleres del bloque para el próximo lunes para que la decisión se adopte en ese marco.
Se trata de una clara diferencia ideológica que utiliza argumentos diplomáticos y burocráticos. Desde Brasil y Argentina se señala que el Gobierno de Maduro no cumplió con las metas comerciales que exige el Mercosur y objetan la situación política que enfrenta el país caribeño. Los argumentos son rechazados desde Caracas y se reclama el derecho por mandato a asumir la Presidencia pro témpore.
La Argentina por su parte, que hasta aquí había mostrado una posición semejante a la uruguaya al rechazar la Carta Democrática que pretendía imponer contra Maduro el secretario general de la OEA, Luis Almagro, modificó su postura y se sumó a Paraguay y Brasil para marginar a Venezuela.
El giro argentino quedó en evidencia en la reciente visita que el presidente Mauricio Macri realizó a Francia, Alemania y a la sede de la Unión Europea en Bruselas, donde prometió un Mercosur integrado y con futuros acuerdos con otros bloques comerciales.
Sin embargo, la situación de Venezuela no es el único problema del bloque. Al Gobierno uruguayo no se le escapa la frágil legitimidad del Gobierno brasileño, presidido interinamente por Michel Temer gracias a un proceso de impeachment sospechado de utilizar argumentos políticos y no jurídicos para apartar a la mandataria Dilma Rousseff. Temer considera que el Senado brasileño reunirá los votos necesarios para seguir en su mandato hasta 2019. ¿Es esa una base suficiente para abandonar la idea de que el Mercosur además de una alianza comercial sea una alianza política?
Parece difícil que Uruguay se oponga a lo que ya han determinado Argentina, Brasil y Paraguay. Puede que el lunes prevalezca la postura de ganar tiempo hasta ver cómo evoluciona la situación en Brasil. Eso impone una cuota de paciencia para Caracas.
Otra alternativa es la de introducir cambios en el estatuto del bloque para permitir que los países miembros puedan realizar acuerdos individuales, que hoy requieren de la unanimidad de los demás socios. Pero ¿no sería eso el comienzo del fin del Mercosur?
La paradoja es que gatilla esta crisis un acuerdo con la Unión Europea, bloque en el que conviven Gobiernos de diferentes orientaciones políticas. Algo que en el Mercosur parece ser un problema serio.