Japón, Corea del Sur y China están aprovechando lagunas para la instalación de plantas fotovoltaicas. El ambiente más fresco, mejora el rendimiento de los paneles.
Instalar una planta de paneles fotovoltaicos para aprovechar la energía solar en una laguna artificial que se formó por la extracción de carbón – uno de los más contaminantes de los combustibles fósiles – tiene sabor a reparación de los daños ambientales. Y por ello mismo es una buena noticia.
China acaba de instalar la mayor planta solar flotante del mundo en Huainan, en la provincia de Anhui. El anuncio ha sido realizado por una empresa líder mundial en la producción de paneles fotovoltaicos, más precisamente la Sungrow Power Supply Co.
La planta tiene capacidad de generar hasta 40 megavatios por día, una cantidad de energía suficiente para abastecer a 28 mil personas, es decir, brindar electricidad a una pequeña ciudad. Los paneles ocupan una superficie de unos 2,5 km2.
La planta flotante tiene algunas ventajas ulteriores respeto de las que se instalan en tierra firme: su posición sobre el agua por un lado reduce la evaporación de la laguna, mientras por otro el ambiente más fresco mejora un 11% el rendimiento de los paneles y hace más fácil su mantenimiento. También Japón y Corea del Sur han recurrido a plantas flotantes.
Es sabido que China es uno de los países más contaminados del mundo, en el orden del 28% de las emisiones de gases de efecto invernadero (le siguen los Estados Unidos con el 15%). Por tanto, las autoridades están tomando medidas para abandonar progresivamente los combustibles fósiles y reemplazarlos con energía producida por fuentes renovables como la energía hidráulica, eólica, solar, etc. El Gobierno espera aumentar del 20% el aporte de estas fuentes en los próximos años.
Según los datos de Greenpeace East Asia en el país cerca de 200 millones de personas están sometidas e niveles de contaminación extremadamente peligrosos. Varias ciudades sufren de elevados niveles de polución, que incrementa las enfermedades a las vías respiratorias. Por eso, entre las medidas adoptadas figura un nuevo impuesto a la contaminación, aunque, sin embargo, no incluye las emisiones de dióxido de carbono (CO2).