En medio de la cuarentena necesitamos hoy más que ayer buscar fuentes de inspiración.
Proponemos personas concretas de carne y hueso. Por eso los invitamos a compartir un viaje virtual al sureste del continente africano para conocer Malaui, país sin salida al mar, que limita con Zambia, Tanzania y Mozambique. De estos últimos los separa el inmenso lago Malaui, cuya longitud supera los 550 kms.
El país se independizó en 1964. Es una de las naciones menos desarrolladas y más pobladas de África. Su población es altamente rural. La esperanza de vida no supera los 45 años. Sus habitantes se caracterizan por su hospitalidad.
En esa geografía, el miércoles 5 de agosto de 1987 nació William Kamkwamba. Creció en la chacra de su familia en Wimbe, a dos horas y media Lilongüe, capital de Malaui. Nuestro inspirador malauí se formó en la escuela primaria, donde completó su octavo grado. Debido a la crisis derivada de la sequía de 2001 y los escasos recursos de esta familia de siete hijos, no pudo seguir cursando estudios secundarios.
Su insaciable curiosidad hizo que William siguiera yendo a la biblioteca de su escuela primaria. Su ojo avezado dio con un un libro de texto estadounidense de octavo grado, Using Energy, que tiene molinos de viento en su tapa.
El joven se decidió a construir un molino eólico para brindar energía eléctrica a su casa. Para su construcción utilizó partes de una bicicleta en desuso, componentes de una radio y un viejo amortiguador. Al conectar este original y reciclado molino eólico a una batería de automóvil, pudo encender cuatro bombitas eléctricas y cargar teléfonos móviles del vecindario.
La difusión del pequeño gran logro concitó la atención de los medios y su difusión a través de internet. Este fue el puntapié inicial de una pequeña gran historia, que sigue escribiéndose, ¡porque WK sigue siendo joven!
Hay más, mucho más. Es una historia de superación, que podemos seguir en su página – http://www.williamkamkwamba.com/, o que podemos ver en el film disponible en Netflix: El niño que domó el viento
O leer en
Es nuestra humilde sugerencia para el fin de semana, en vista a las actividades por la Semana Laudato Si’, donde esta historia será motivo de un encuentro de película, más real que virtual.