El Premio Nobel de la Paz 2020 fue otorgado al Programa Mundial de Alimentos, también conocido como World Food Program, que depende de la Organización de las Naciones Unidas.
Septiembre de 1962, norte de Irán. Un terremoto golpea la zona de Buin Zahra. Mueren más de 12.000 personas. Miles de hogares quedan destruidos. Además de ser una catástrofe para las familias, el temblor también es el bautismo de fuego para el Programa Mundial de Alimentos: la institución se fundó hace apenas algunos meses. A pesar de eso, rápidamente envía 1.500 toneladas de trigo, 270 toneladas de azúcar y 27 toneladas de té.
Creado para ofrecer ayuda alimentaria mediante el sistema de la ONU, el World Food Program – WFP/PMA (por sus siglas en español), sería revaluado en los próximos tres años. A medida que las crisis se multiplican, el WFP ratifica su valía.
Un tifón aterriza en Tailandia. Algeria, país que había obtenido su independencia recientemente, debe repatriarse y alimentar a sus refugiados de la guerra.
El WFP ayuda en catástrofes y colabora en la rehabilitación de las naciones. En 1963, se lanza un programa de desarrollo primario para los nubios en Sudán.
Ese mismo año, el primer proyecto de comidas escolares de WFP en Togo se aprueba.
El principio de la asistencia alimentaria es el eje central frente a emergencias, y la asistencia para el desarrollo gana terreno. En 1965, se consagra al WFP como un programa hecho y derecho dentro de la ONU: durará “hasta que la provisión de alimentos provenientes de acuerdos multilaterales sea posible y deseable”.
Las décadas subsecuentes consolidan el rol del PMA. Las crisis continúan emergiendo con el correr de los años, lo que revela la prevalencia mortal de la hambruna; esto marca la consciencia de la humanidad. Se revoluciona la logística de la asistencia alimentaria.
Durante los largos períodos de hambruna, que afectan al oeste de Sahel en los 70, el WFP utiliza todos los recursos a su alcance (de autos a camellos, las carreteras y los ríos) para ayudar a los necesitados. Treinta aeronaves de carga, obtenidas de 12 fuerzas aéreas nacionales, surcan los cielos.
La hambruna de 1984 en Etiopía concentra aún más los pensamientos y los recursos: el WFP entrega 2 millones de toneladas en alimentos. En 1989, se lanza la Operación de supervivencia en el Sudán: como líder de un consorcio de agencias de la ONU e instituciones caritativas junto a UNICEF, el WFP hace despegar en las aeronaves 1,5 millones de toneladas de comida hacia el cielo de lo que se convirtió, desde entonces, en Sudán del Sur. Esta operación de 20 aeronaves con tres salidas por día, desde el amanecer al anochecer, sigue siendo hasta el día de hoy la más grande en la historia. Salvó cientos de miles de vidas.
A la vuelta de los años 90, la libertad que habían obtenido muchas naciones coexistía con las dificultades y la fragmentación. La pobreza es un factor en común que resulta de los desastres naturales, las guerras y la separación de los estados. En la cartera de proyectos del WFP, el balance entre los programas de desarrollo y las intervenciones de emergencia va de un lado a otro constantemente.
Se desata el genocidio en Ruanda mientras Yugoslavia se desintegra. Una vez más, el WFP responde. En 1999, establece una red de panaderías móviles en Kosovo. A medida que la década llegaba a su cierre, se llega al consenso global de que la hambruna no se puede derrotar de frente; debemos eliminar la raíz del problema. Con el Protocolo de Kioto, el mundo reconoce el impacto del cambio climático: un nuevo arco conceptual le da forma a los proyectos de asistencia a largo plazo del WFP Las perspectivas se profundizan. Las asociaciones se multiplican. Las organizaciones no gubernamentales reafirman su posición en la asistencia humanitaria y de desarrollo. El WFP adopta esta dinámica, forjando cada vez más alianzas en un esfuerzo general para derrotar a la hambruna.
El año 2000 trae los Objetivos de desarrollo del milenio, el primer plan global para alcanzar un mundo libre de pobreza, hambre y y los males relacionados.
Bajo la presión de ofrecer unos logros medibles, las energías se fusionan aún más. Muchos países ven mejorías en los estándares gubernamentales, incluso aunque algunos de ellos luchen contra el conflicto y la inseguridad.
La pobreza extrema retrocede. La década no llega sin grandes crisis humanitarias que la acompañan (el tsunami asiático de 2004 y el terremoto en Haití de 2010 demandaron intervenciones enormes), pero WFP encuentra lugar para fomentar la innovación.
De la mano de una renovación intensa, conceptual y tecnológica, la misión de la agencia evoluciona. La ayuda con alimentos le abre el camino a la asistencia alimentaria, un enfoque más holístico y a largo plazo para resolver las necesidades nutricionales de las comunidades y las sociedades. La provisión de dinero y cupones emerge como complemento de empoderamiento para complementar a las distribuciones de alimentos en especie.
Nace el primer servicio humanitario aéreo regular del mundo, la UNHAS. Los nuevos sistemas de control integrados le permiten al WFP evaluar el panorama de la seguridad alimentaria con una precisión nunca antes vista. Frente a emergencias, el WFP se encarga de las telecomunicaciones de primera línea y ofrece apoyo logístico a todas las agencias de la ONU y las ONG. Se desarrollan plataformas digitales que mejoran ampliamente la eficiencia operativa y, como quedó demostrado en el terremoto en Nepal de 2015, les ofrecen a los necesitados la capacidad de recibir alimento en horas.
El año anterior, el esparcimiento del virus del ébola en África occidental puso a prueba de manera exitosa la capacidad de la comunidad humanitaria de actuar como una entidad integrada; en gran parte gracias al módulo de logística dirigido por el WFP. El “esquema accionable para ofrecer asistencia alimentaria” se había convertido en la organización humanitaria líder en el mundo.
El PMA es la agencia humanitaria más grande del mundo que lucha contra la hambruna de manera global. Cuando ocurre algún desastre, entra en acción rápidamente y pone un plan a escala al instante; cuando no ocurren desastres, trabaja incansablemente para reforzar la seguridad alimentaria y nutricional. Su presencia en el campo de acción es integral; su entendimiento operativo sobre las necesidades alimenticias no tiene comparación.
Los desafíos siguen siendo grandes: 800 millones de personas siguen viviendo en la hambruna. Y si la adopción de la Agenda de desarrollo para 2030 es una causa de optimismo, la persistencia de los conflictos en Siria y otras partes del mundo, sirve como reflexión. Incluso a medida que lucha por ayudar a las víctimas de las guerras y las necesidades, el WFP trabaja con los gobiernos nacionales, la sociedad civil, otros asociados y agencias hermanas para evitar que el sufrimiento continúe.
Para el Programa Mundial de Alimentos, la promesa de tiempos mejores se conjuga en tiempo presente. El Nobel de la Paz 2020 es motivo de una sonrisa, mientras el trabajo no se detiene, mientras haya hambre en nuestra Casa Común …
Fuente: https://es.wfp.org/