Pandemia de solidaridad

Pandemia de solidaridad

La organización Seamos Uno nació como una rápida respuesta ante la crisis económica y social acentuada por efectos del coronavirus. Distintas entidades unidas a favor de los más vulnerables.

El freno que la pandemia del covid-19 le puso al mundo paradójicamente activó un sinfín de corazones solidarios. Como venimos reflejando en las ediciones anteriores de Ciudad Nueva, son numerosas las iniciativas, personales y colectivas, que han nacido como respuesta al coronavirus. Y Seamos Uno es una de ellas. “Nace ante el momento excepcional que está atravesando el país y el mundo. Es una respuesta a la crisis de la crisis. Esta impacta sobre aquellos que se encontraban, antes de la pandemia, en una situación de vulnerabilidad, pero también sobre millones de trabajadores que no recibían asistencia del estado y que se quedaron sin ingresos. A todos ellos estamos llegando con nuestras cajas que contienen 56 raciones de comida y elementos de higiene”, explica el sacerdote jesuita Rodrigo Zarazaga, referente y vocero de la organización.

De la iniciativa participan el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS, del cual Zarazaga es director), los jesuitas, Caritas, Banco de Alimentos, ACNUR, Aciera (Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina), Consejo de Pastores de CABA, AMIA, IDEA, Cámara Logística CEDOL, AEA, Amcham, ACDE y ABA. “Quisimos desde un comienzo ser una organización de brazos abiertos y que tendiera puentes. Que uniera mundos”, cuenta Rodrigo y agrega: “Hemos generado una mesa plural de trabajo conformada por entidades de diferentes cultos, grandes y pequeñas empresas, emprendedores y ONG, que en coordinación con el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad de Buenos Aires y el Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires, suman esfuerzos para cubrir las necesidades de quienes más están sufriendo la emergencia como consecuencia del impacto de la pandemia que afecta a la Argentina”.

No solo en la diversidad de manos está la clave de la acción de Seamos Uno sino también en la celeridad con la que se pusieron en marcha: “Esta pesadilla pasará. La sociedad mirará hacia atrás, hará sus juicios y demandará nuevas cualidades a su dirigencia. Seremos juzgados por nuestra responsabilidad en la hora más difícil, por lo que hicimos por nuestros hermanos y hermanas más vulnerables. Podemos solo mirar la responsabilidad del Estado o, por el contrario, entender que el país es una construcción colectiva y asumir que todas las dirigencias tenemos que aportar. Muchas de las entidades que forman parte de esta iniciativa tienen proyectos o participan de acciones orientadas a contribuir con la población vulnerable. Tienen empatía con el territorio. Las empresas que impulsan esta iniciativa tienen eficiencia en compras, auditoria, logística y comunicación. La situación excepcional que afecta al país y al mundo impulsó a quienes integran Seamos Uno a unir esfuerzos para llegar con empatía y eficiencia a aquellos que más lo necesitan”.

El objetivo de Seamos Uno es cubrir las necesidades alimentarias y sanitarias de 4 millones de argentinos ante esta situación excepcional. Esto equivale a la distribución de 1 millón de cajas, es decir, a casi 60.000.000 de raciones alimentarias, a los sectores más vulnerables de la provincia de Buenos Aires y Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Al cierre de esta edición ya se habían enviado más de 600 camiones y se habían entregado 20 millones de raciones de comida. “Una escala inédita para el mundo privado”, resalta quien fuera distinguido con el Premio Konex 2018 con Diploma al Mérito entre los Dirigentes Sociales.

“Los aportes de dinero son destinados al armado de las cajas. Principalmente para la compra de productos, que se adquieren al costo gracias a la ayuda de las empresas que están colaborando. El costo de las cajas y la logística, que son muy grandes, también los estamos recibiendo como donación”, detalla. ¿Y qué sucederá una vez alcanzado el objetivo? “Es un aporte puntual que tiene fecha de finalización, lo que no finaliza es el mensaje de Seamos Uno. Muestra un modo de hacer las cosas, la importancia de unir mundos y que se puede llegar con eficiencia y empatía. Necesitamos la ayuda de toda la sociedad”.

Detrás de la organización y logística hay manos que dan y manos que reciben, una situación, según Zarazaga, que es “transformadora para todos. Los empresarios que acompañan a llevar cajas descubren un mundo que no conocían. La gente que recibe las cajas nos dice: ‘Gracias por no dejarnos solos’. Es una ayuda puntual y acotada pero que nos acerca como argentinos y nos recuerda a todos que estamos en el mismo barco y que no hay Argentina próspera sino es próspera para todos”.

Seamos Uno se focaliza en el conurbano bonaerense y CABA, donde se reúne el 35 % de la población del país y de los pobres de la Argentina. Entre ambas jurisdicciones concentran más de 1400 villas y asentamientos que enfrentan hoy grandes dificultades alimentarias y sanitarias. A esta población se suma la angustiante situación de trabajadores independientes, informales o changadores que perdieron su fuente de ingreso diario y a quienes la política social no alcanza regularmente.

“Por lo tanto –explica el vocero de Seamos Uno, mirando hacia el futuro cercano– la salida de la cuarentena implica un enorme esfuerzo de todos los actores para poner en marcha la economía y cuidar que puedan reengancharse los que corren el riesgo de quedarse afuera. En 2001 un porcentaje importante del país quedó fuera del sistema formal. Si nos ocurre de nuevo caeremos en el abismo. Tenemos que ver cómo enganchar a los que están afuera en la cadena de valor”.

Detrás del atractivo nombre de la organización hay un profundo deseo y si bien Zarazaga reconoce que no hay certezas de que ese anhelo pueda alcanzarse sí está convencido de que “existe la oportunidad de aprender. La pandemia nos enseñó que no hay Argentina sana sino es sana para todos. Cuando uno recorre las zonas más pobres se da cuenta de que como proyecto colectivo tenemos grandes falencias. La desigualdad estructural nos muestra nuestros fracasos. Es una oportunidad para consensuar un rumbo y construir un estado honesto, eficiente y con empatía”.

Y no deja pasar la respuesta solidaria de los argentinos ante la emergencia: “Me emociona que seamos capaces de salir de nuestro lugar para ponernos en el de otro. Que frenemos frente al abismo y nos reconozcamos en el mismo barco. Que todavía podamos creer en el otro” ·

Quien quiera colaborar puede ingresar a www.seamosuno.com.ar

Artículo publicado en la edición Nº 621 de la revista Ciudad Nueva.

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