Argentina es finalista de un certamen por tercer año consecutivo y buscará el domingo quebrar una sequía de 23 años de la mano de su nuevo goleador histórico: Lionel Messi.
“Líderes eran los de antes”, “Argentina necesita caudillos con personalidad” y tantas otras frases han estigmatizado a generaciones de futbolistas que vistieron la camiseta nacional. Pero sobre todo, esas sentencias mediáticas y populares han recaído una y otra vez en el bajo perfil del mejor jugador del mundo. Sí, el astro internacional, el hombre que bate todos los récords tuvo (¿y tiene aún?) que soportar las descalificaciones más variadas. ¿Por qué? “Porque no ganó nada con la Selección”.
Pero Lionel Messi, con el silencio de sus palabras y el grito de sus goles, que ya han llegado a 55 con la camiseta albiceleste, superando la marca de un “animal del área” como Gabriel Batistuta, se encarga de derribar conceptos y superar una adversidad que ni el propio Maradona debió gambetear en su esplendor: no ser reconocido por sus propios hinchas.
Con la madurez que le dan sus 29 años (los cumple el próximo viernes), el aplomo de tantas batallas, la seguridad y contención que encuentra en su vida privada, y un equipo que mientras busca su propia identidad quiere demostrarse que es capaz de torcer un caprichoso destino derrotista, Messi rompe con los esquemas del viejo líder. Contra los antiguos manuales en los que alzar la voz, gesticular o trampear aparecen en las primeras hojas, el crack rosarino corre contra la corriente y convence que para ser líder no se necesita esa vieja “pasta” sino que redefine el concepto: es líder a lo Messi.
En el vestuario, desde el banco de suplentes o con la 10 en la espalda y la cinta de capitán, Lionel habla con su mirada, con sus pases y pegada, como esa que hizo delirar a propios y extraños en la noche de Houston, cuando marcó de tiro libre el segundo tanto argentino en la goleada frente a Estados Unidos por 4 a 0 que depositó a la Selección Nacional en su tercera final consecutiva (Mundial 2014 y Copa América 2015) y se convirtió en el máximo artillero de la historia del combinado albiceleste.
En una fecha tan especial para el fútbol argentino y mundial, cuando se conmemoran 30 años del Gol del Siglo de Maradona a los ingleses, el mejor homenaje es volver la vista al presente y disfrutar que Messi es tan argentino como Diego. Cada uno con su impronta y en su tiempo, con su estilo y con su “pasta”. Basta de comparaciones y sigamos disfrutando de esa maravillosa historia de México y de ésta, que Messi y compañía quieren seguir escribiendo.