El jueves 7 de febrero de 1980 en la ciudad de Los Ángeles, el genial conjunto británico Pink Floyd presentaba en vivo The Wall, disco doble publicado a fines de 1979.
Se trata de un álbum conceptual que nos retrata la vida de una estrella ficticia del rock llamada Pink, quien se reprime debido a los traumas que la vida le va deparando: la muerte de su padre en la Segunda Guerra Mundial, la sobreprotección materna, la opresión de la educación, los fracasos sentimentales, etc.
En fin, son los ladrillos de una pared metafórica, a la que bien podríamos sumar la opresión de la discriminación, que de tanto en cuanto se cuela en los medios y hasta en leyes y también decretos de pacotilla.
Afortunadamente, Roger Waters, alter ego de Pink, no se queda en el muro de los lamentos. Prueba concreta fue su aporte esencial para que se intercediera ante el gobierno argentino en 2012, y lograr un lustro más tarde la identificación de un centenar de soldados argentinos solo conocidos por Dios.
El ladrillo, o nuestro aporte individual, pueden ayudarnos a reconstruirnos como sociedad.
