“Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar”

“Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar”

Tras la muerte de Fidel Castro, presentamos una mirada sobre el rol del líder cubano en la historia y el legado no sólo a su pueblo sino a muchos que siguieron sus ideas.

La noticia de la muerte de Fidel Castro no impactó tanto por su contenido en sí mismo sino por la personalidad a quien estaba referida. Efectivamente, desde hace tiempo se sabía que el líder cubano estaba transitando un período que no podía extenderse mucho más, por las dolencias que padecía y el deterioro que éstas provocaban en su salud.

De todas maneras el desenlace se produjo cuando el proceso natural de la vida, así lo determinó, y no cuando los grandes medios del mundo lo predijeron en innumerables ocasiones, por la búsqueda del sensacionalismo con que definen sus políticas publicitarias, u otros intereses menos comerciales. Y mucho menos por obra de algún atentado de los cientos que padeció en vida, pergeñados por los oscuros repliegues del poder que nunca tuvieron mayores escrúpulos en intentarlo, siempre en nombre de la libertad, la democracia y la declamada libertad de los pueblos del mundo.

Fidel Castro se comprometió intensamente con la historia que le tocó vivir, y ciertamente generó transformaciones y planteos que superaron ampliamente el espacio geográfico de su Cuba natal.

Para muchos se constituyó como un líder revolucionario que vivió coherentemente sus convicciones hasta su muerte. Y como no puede ser de otra manera en este tipo de procesos, su actuación, sus discursos, sus críticas al capitalismo imperante, sus iniciativas, sus posturas en los foros internacionales, despertaron seguidores entusiastas y convencidos, dispuestos a seguir sus ideas y obtener o  defender las conquistas obtenidas bajo su conducción; y por supuesto, opositores de todo tipo: ideológicos, políticos, algunos recalcitrantes y persistentes odios irreconciliables… por considerar que el proceso iniciado el 1 de enero en 1959 afectó profundamente sus intereses y fue realizado vulnerando derechos y cercenando libertades.

En los largos 57 años que lleva el proceso cubano, supo enfrentar con éxito acciones directas contra el proceso revolucionario, campañas internacionales de desprestigio y un bloqueo infamante, hoy insostenible e injustificable, llevado a cabo y mantenido por la principal potencia militar y económica del mundo.  Evaluar el éxito o el fracaso del modelo económico cubano haciendo abstracción de un bloqueo criminal de más de 50 años es pretender desconocer una realidad que afectó y aun afecta seriamente cualquier posibilidad de profundizar el desarrollo y  mejora en la calidad de vida de la población cubana. Es cínico e hipócrita.

No resulta fácil explicar cómo una pequeña isla de poco más de 114 mil  kilómetros cuadrados, (sumados algunos islotes adyacentes) y aproximadamente con 11 millones de habitantes haya podido, en ese contexto, desarrollar y sostener una educación gratuita accesible en todos sus niveles para todos quienes mostraban voluntad y aptitudes, de reconocida calidad a nivel mundial. Un sistema de salud cuyo índice de mortalidad infantil es el más bajo del mundo después de Canadá, con avances reconocidos por la comunidad internacional, por ejemplo en oftalmología y oncología, así como en la recuperación neurológica y funcional en casos hasta hace poco considerados irrecuperables… La desnutrición infantil ha sido desterrada y la atención de la infancia recibe  todos los esfuerzos para garantizar un desarrollo, como existe en muy pocos países del mundo. El hambre no existe y la revolución supo atender eficazmente las necesidades fundamentales de la población. Y se podrían seguir enumerando logros en muchos otros campos de la vida de la población.

El titulo que pretende titular esta nota, es un conocido apotegma peronista, que bien podría aplicarse a quienes predican las bondades intrínsecas, casi mágicas, de la economía de mercado y del “derrame”, pero a la hora de los hechos, la distancia entre los dichos y promesas y la dura realidad se torna abrumadoramente insostenible

En la isla de Cuba, faltan muchas cosas para mejorar la calidad de vida de su población. Algunas importantes, sin duda, pero lo que inicialmente se propuso como objetivo, el líder cuyo fallecimiento hoy comentamos, y su grupo de compañeros, desde hace tiempo son realidades tangibles y comprobables. No fueron solo discursos y proclamas.

Sin embargo esos logros en un contexto tan adverso, solo fueron posibles con un control estatal riguroso, con estrictos racionamientos, vigentes hasta no hace mucho, y serias restricciones al consumo de bienes de uso generalizado en otras sociedades. Lo mismo puede decirse de importantes limitaciones en el ejercicio de derechos individuales y políticos. Esto afectó necesariamente intereses y provocó un  éxodo de sectores que no aceptaron las imposiciones del gobierno. Éxodo que en algunos casos adquirió ribetes trágicos por las condiciones en las que se hacía.

Poco a poco el gobierno, calificado de dictadura por los paladines de las democracias liberales que paradójicamente estaban y están muy lejos de mostrar resultados en sus políticas como las señaladas anteriormente, comenzó a flexibilizar las normativas y si bien las condiciones distan aún de ser las de una razonable economía de mercado, tal como se entiende actualmente, lentamente la población comenzó a acceder, con limitaciones, a beneficios  como el servicio de internet u otros  bienes de consumo que exceden los necesarios para la supervivencia. A esto colaboró sin duda un mayor intercambio y apertura al mercado internacional y la mejora en las relaciones internacionales.

Políticamente también se avanzó en mayores libertades a grupos opositores y a la expresión de intelectuales críticos del sistema. Obviamente, la preocupación de salvaguardar los avances de la revolución ante la “invasión” de las “sociedades liberales”, sigue siendo un condicionamiento a los pasos que en este sentido se puedan dar en el futuro.

También es urgente un necesario avance en el desarrollo tecnológico e industrial que supere el estado actual de una economía con dificultades para crecer y modernizarse. Esto sólo será posible, obviamente, si se logra superar las restricciones que aún se mantienen por parte de las grandes economías mundiales, entre ellas, la de su vecino más próximo, los EEUU.

Algunos analistas interpretan que el acercamiento de Fidel Castro y el actual gobierno a la Iglesia Católica y la religión en general, tiene que ver con la convicción de que uno de los antídotos contra el consumismo desenfrenado y el egoísmo del mundo capitalista con todas las secuelas que ello produce en términos de solidaridad social y cuidado del medio ambiente, es favorecer la difusión de los  principios y posturas que hoy sostiene la Iglesia frente a estos temas, no solo en sus documentos más recientes, sino en gestos concretos de denuncia y compromiso.

Otro capital fundamental para quienes se preguntan sobre la sustentabilidad de los principios liminares de la revolución cubana, es la educación de su pueblo. Aun quienes desde hace tiempo están exigiendo cambios en las políticas de gobierno, sobre todo los jóvenes, reconocen con orgullo los logros de esa revolución cuyos primeros pasos y luchas solo conocen a través de sus padres.

Están bien informados y conocen los riesgos de la modernidad tal como hoy se concibe y se vive. En todo caso, el tiempo dirá de qué manera este proceso iniciado y liderado por Fidel Castro podrá sostenerse en el tiempo sin perder la  identidad de sus mejores características.

Para concluir, y aun reconociendo las diferencias que puedan existir al respecto, ha muerto una persona que ha marcado a muchas generaciones. Que con sus grandezas y miserias, aciertos y errores, dejó al mundo mejor de lo que lo encontró. Para mucha gente, personas de carne y hueso, su compromiso con la historia que le toco vivir les significó tener un horizonte, una esperanza que les había sido sistemáticamente negada. El profundo sentido que le dio a su vida hizo de su muerte un cierre digno e inevitable.

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  1. horacio bottino 1 diciembre, 2016, 23:01

    fusilamientos,sin libertad religiosa,sin libertad para disentir sin democracia ni república con 3 poderes separados masacre=aborto legal miles de exiliados disidentes

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