Más de 1300 menores cuidados por el Estado chileno murieron en nueve años

Más de 1300 menores cuidados por el Estado chileno murieron en nueve años

El dato revela situaciones escalofriantes, abusos y mala praxis que ocurren en las dependencias del sistema del Servicio Nacional de Menores.

Hablar en Chile del Sename, el Servicio Nacional de Menores, es hablar de una llaga abierta, casi un insulto a lo que debería ser el cuidado de niños y niñas provenientes de hogares disfuncionales, muy a menudo, con historiales terribles a sus espaldas.

El país no puede entender que en el sistema del Sename hayan fallecido 1.313 niños y jóvenes entre 2005 y 2013, según un documento del Congreso. Los menores se hallaban bajo algún tipo de control del organismo a cargo de sus delicadas situaciones de vulnerabilidad. En las dependencias del Sename los menores recibieron malos tratos, fueron objeto de abusos sexuales por parte de funcionarios, murieron por mala praxis profesional e incluso médica. Según el informe realizado por la Cámara de Diputados, sobre esta cantidad de decesos, se practicaron poco más de 20 autopsias. No se sabe, pues, las causas de las demás muertes o de la enorme mayoría de los casos.

La presidenta Michelle Bachelet se reunió esta semana con los presidentes de las dos ramas del Congreso para buscar una solución al impasse en el que se encuentra el informe de una comisión investigadora de Diputados que da cuenta de la escalofriante cantidad de decesos relacionados con asistidos del Sename. En la actualidad, el organismo atiende a 20.000 menores. La votación del informe ha sido suspendida por el momento.

La propia Bachelet indicó que la crisis del SENAME es un problema histórico, estructural, por lo que no solo es responsabilidad de un determinado Gobierno ni una sola persona. El Ejecutivo, adicionalmente, a través del actual ministro de Justicia, Jaime Campos, señaló que el informe de Diputados era incompleto, parcial y que hacía acusaciones jurídicamente graves, como las violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos de los menores vulnerables. “Lo que aquí ha fracasado es la sociedad en su conjunto, no solo el Estado. No fue el Estado el que fue a sacar a esos niñitos de sus casas y a decirles ‘por favor, véngase para acá porque yo los voy a transformar en elementos positivos para la sociedad’. Aquí primero fracasaron los padres, fracasaron las familias, fracasó la sociedad civil. Y también fracasó el Estado, por supuesto. Pero, el Estado es la última ratio. Nadie puede pretender centralizar esta situación como el único responsable”, señaló el ministro Campos, que con esta reflexión logró que se multiplicaran las críticas al Ejecutivo.

Las críticas no parecen ser injustificadas. De no existir un fracaso de las familias de origen, no habría sido necesaria la intervención del Sename. Pero que en sus dependencias o en su sistema de seguimiento se hayan producido tantos fallecimientos o decenas de abusos sexuales por parte de su personal, está indicando graves falencias. Como el de la muerte de una chica de 16 años, Lisette, sofocada por sus cuidadores cuando intentaban controlar a la menor presa de una de sus crisis de rabia (¡!), o la de Yancarla, una adolescente con tendencias depresivas, adicta a las drogas, y con numerosos intentos de suicidio que se quitó la vida mientras estaba a cargo de una institución con personal sin ninguna calificación para manejar un caso tan difícil.

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  1. Ésta, cómo otras tantas crisis institucionales, dramáticamente agudizadas en y con las poblaciones más vulnerables, son parte de un conflicto de fragmentación histórico y estructural en la dimensión política-económica – social, en Latinoamérica.
    La integración de esfuerzos de las familias, sociedad civil y estado, implica un cambio de paradigma cultural, en el cuál reconocer la dignidad humana de cada uno y cada cuál, es la premisa.
    Entiendo que escuchar a las familias más humilladas y acompañarlas en el encuentro de dar respuestas a sus necesidades, guiará a cada actor social e institucional en como administrar sus recursos y compartirlos.
    Experiencias de encuentro entre los interesados, producir diagnósticos participativos, reconociendo fortalezas, debilidades, recursos propios y de la comunidad, encontrando unidad de criterios para la acción en los distintos niveles de acción.

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