El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina presidió la misa central de la fiesta de San Cayetano en el santuario del barrio porteño de Liniers, donde destacó el sentido religioso de esta fiesta y pidió al santo por la unidad de las familias y de todos los argentinos.
“Hace bien a los ojos ver que tantas familias traen a sus hijos, ya pequeños, muchos en los brazos de sus padres, para que vivan esta manifestación religiosa, aunque quieran explicarla por razones sociales o económicas”, diferenció ante una multitud de devotos.
“A este santuario vienen porque es la fe lo que los mueve y el deseo de pan, paz, trabajo, unidad para nuestra familias y de todos los argentinos”, enfatizó.
El purpurado porteño recordó que el papa Francisco afirma que “la primera verdad es que Dios te ama” y explicó: “Lo dice como un porteño. Te lo quiero recordar de nuevo, nunca lo dudes, en cualquier circunstancia. Dios te ama”.
“Como lo hacen los jóvenes y no tan jóvenes, Dios se tatuó el nombre de ustedes para tenerlos presente”, sostuvo, y agregó: “Dios es fiel y su amor, sencillamente no es un amor volátil y cambiante como el nuestro”.
“El amor del Señor sabe más de levantadas que de caídas, de reconciliación que de prohibición, de dar nueva oportunidad que de condenar, de futuro que de pasado”, afirmó.
Asimismo, alentó a los fieles a encontrarse con Dios en la oración, a la que consideró una “experiencia preciosa” que permite hablar con Él como a un amigo.
El primado argentino fundamentó su homilía en el pasaje del Evangelio del lavatorio de los pies y el mandamiento del amor, al asegurar: “Al lavar los pies a sus discípulos, los quiso mirar de abajo, y les mostró el valor del servicio bajándolo a las manos”.
“El Cristo que nos salvó en la cruz de nuestros pecados preside nuestro santuario de san Cayetano y sigue salvándonos y rescatándonos hoy. Podemos hacerle las mil y una, dice el Papa, pero Él siempre está dispuesto a abrazarnos después de cada caída y nos pone de pie”, aseveró.
“La imagen del santito, donde se reflejan tus anhelos y esperanzas, es testigo silencioso de muchas historias de conversión, de perdón y de dones recibidos, que millones podrían contar. Ustedes saben de qué les hablo”, dijo a los fieles.
El cardenal Poli insistió en recordarle a los peregrinos: “Cuando se cierran todas las puertas, siempre encontrarás abiertas las del santuario del santo del pan y del trabajo. Que nos dice: ‘el bien que deseo para mí, también lo deseo para ti, mas no hay otro camino que rezar con frecuencia a la Virgen María’”.
“En esta misa vamos a pedir que cada uno de los que vienen al santuario reciban las gracias materiales y espirituales que necesitan para seguir caminando”, concluyó, e invitó a decir con viva voz: “Viva San Cayetano, viva la Virgen, viva Jesús, viva la Iglesia”. Al finalizar la misa, el purpurado recorrió las dos filas que se hacen para entrar al santuario de Cuzco 150 y bendijo a los peregrinos como lo hacía su antecesor, el hoy papa Francisco.
Miles de fieles pasaron por el santuario de Liniers, donde la fiesta en honor del santo de la Providencia lleva por lema “Querido San Cayetano, como pueblo y familia, ayúdanos a ver a Cristo vivo en cada hermano”.
Monseñor Juan Carlos Ares, obispo auxiliar de Buenos Aires, fue quien abrió las puertas del templo a la medianoche en medio del tañido de campanas, y luego bendijo a los peregrinos.
Fuente: AICA