Palabras incandescentes del Papa durante la canonización de la santa de los moribundos. Una dura acusación contra los crímenes de la miseria y el abandono.
Durante la breve homilía pronunciada durante la canonización de la madre Teresa de Calcuta en la plaza San Pedro, el Papa Francisco dijo: “La madre Teresa se ha dedicado a las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado; hizo oír su voz a los poderosos de la Tierra, para que admitiesen sus culpas ante los crímenes – ¡ante los crímenes! – de la pobreza que ellos mismos crearon. La misericordia ha sido para ella la “sal” que daba sabor a cada obra suya, y la luz que iluminaba las tinieblas de aquellos que ya no tenían siquiera las lágrimas para llorar – ¡para llorar! – su pobreza y sufrimiento”.
Llama la atención la insistencia del Papa sobre los “crímenes de la pobreza” creada por los “poderosos de la Tierra”. Lo hace precisamente mientras en China, en Hangzhou, está reunido el G20, donde los poderosos de la Tierra discuten de crecimiento, inmigración, la guerra en Siria y proteccionismo. Desde la plaza San Pedro se levanta una voz acusatoria contra aquellos que no sólo dejaban a los pobres en su miseria, sino que siguen perpetrando “crímenes” explotando la pobreza de tanta parte de la humanidad. Sin embargo, Francisco ofrece una chance también a los poderosos: reconocer sus culpas frente a los crímenes de la pobreza “que ellos mismos crearon”. La pobreza, dice el Papa, no es un mal inevitable en la sociedad, es un mal creado por los poderosos.
Son palabras fuertes, que tienen un sentido y una sustancia indiscutibles, diría evidentes, porque pronunciadas en el Año santo de la misericordia, celebrando a una persona que, más que cualquier otra, encarnó en el siglo XX la misericordia de Dios, la ofreció a la India y a sus pobres, a toda la humanidad. Madre Teresa es un icono de la misericordia para un mundo en el que la pobreza es “creada”.