Lula condenado a nueve años

Lula condenado a nueve años

El juez consideró probado que el ex presidente de Brasil que aceptó una vivienda como soborno. El caso Lava Jato está lejos de su cierre.

El caso Lava Jato-Petrobras ha llegado a su punto más álgido, ayer, con la condena del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva a más de 9 años por corrupción y lavado de dinero.

Lula podrá apelar la sentencia, lo que evitará que vaya a la cárcel, pero en caso de ser confirmada no podrá participar de las elecciones generales del año que viene, pues una condena en firme lo inhabilitaría.

Para el juez  Sergio Moro, el ex mandatario aceptó una vivienda del valor de un millón de dólares. Esta condena podría no ser la única, ya que están pendientes otras cuatro sentencias, en manos del mismo juez Moro, que podrían complicar ulteriormente al ex mandatario, quien ha negado haber recibido sobornos.

Lula y la ex presidenta Dilma Rousseff son los principales líderes del Partido de los Trabajadores (PT) y ambos han sufrido los embates de una crisis que no es sólo judicial sino también institucional, puesto que la ex mandataria ha sido destituida el año pasado luego de un cuestionado juicio político. Las duras condenas recibidas por otros líderes del PT, ha puesto en tela de juicio la transparencia y la honestidad de la cúpula de este partido, clave en una gestión presidencial que durante los dos mandatos de Lula sacó de la pobreza a 30 millones de pobres.

Sin duda, no hay antecedentes en el país de una situación como la actual, en la que la gran parte de los líderes políticos de casi todo el arco constitucional están siendo condenados o investigados por corrupción. Entre ellos, figura el presidente del Senado -investigado-, al ex presidente de la Cámara de Diputados -condenado -, al actual presidente Michel Temer, cuyo futuro se decidirá en estas semanas ya que Diputados podría votar aceptando que sea sometido a juicio y suspendido de su función, al ex candidato presidencial y líder del PSDB, Aecio Neves – condenado -, a numerosos ex ministros y varias decenas de legisladores. Son tantos los implicados en el escándalo por fondos ilegales y sobornos que terminaron en sus bolsillos que en caso de destitución presidencial el proceso de sucesión debe prever una figura que no corra el riesgo de terminar entre rejas.

Lula, que tiene previsto volver a presentarse en las próximas elecciones, apareció como el favorito por la opinión pública. Habrá que ver qué pasará ahora con esta condena, en un país en el que la Justicia es quizás la institución con los anticuerpos necesarios para superar la actual crisis.

Red Sustentabilidad, el partido de la ambientalista Marina Silva, dos veces candidata a la presidencia, prácticamente de los pocos sectores de relieve ajeno a los casos de corrupción, en un comunicado sostuvo que la condena aplicada a un ex presidente “también muestra la madurez de las instituciones democráticas, en las que nadie está por encima de la ley y de la Constitución, como demuestra la justicia, el ministerio público y la policía federal”. Lo que lleva a considerar el episodio como “un punto de consolidación democrática del que no podemos renunciar. Hay que garantizar que la operación Lava Jato vaya hasta el final de su misión y resista, con el apoyo de la sociedad, a los golpes que vienen sufriendo por parte de aquellos que, en el poder, resisten a tener sus delitos investigados y castigados”.

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  1. Lula y el PT tuvieron en sus manos la posibilidad de escribir una página ejemplar en la historia de Brasil, pero lamentablemente sucumbieron a la tentación de la avaricia, la plata fácil, la acumulación. Es tan grande el daño que hicieron a su Patria y también a la región, y es indudable que los tentaron y se dejaron tentar. Los tentadores no son ningunos inocentes, es un proyecto de los grupos concentrados que trabajaron siempre a brazo partido para que la región no surja, y ellos por el deslumbramiento ni advirtieron que eran carnadas que les echaban para neutralizarlos. Las condenas es lo mejor que les puedo pasar, deben comprender la gravedad de sus actos. En Argentina la corrupción es estructural y no hay poder que sea garantía de regeneración, el último resquicio que queda es la ciudadanía como proceso de maduración de un recambio profundo. Son horas y tiempos difíciles, pero en momentos dolorosos se han dado los grandes cambios en las sociedades. Tenemos que apostar a la evolución pero no de intención sino de compromiso y acción.

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