Un análisis de lo que dejaron los comicios del pasado domingo y la vista puesta en las elecciones generales que definirán la composición del Congreso de la Nación.
Lo primero que tenemos que entender para analizar estas elecciones es que sus resultados no son estrictamente determinantes. Es importante contextualizar este turno electoral y tener en cuenta dos variables importantes: la primera es que es una elección de medio término, y la segunda, que es una elección que se da en un contexto de un año y medio de pandemia.
A nivel global siempre en una elección de medio término quienes ponen en juego el mayor costo político son los oficialismos. Por dos motivos: en caso de obtener una victoria pueden ratificar su rumbo, en cambio una derrota los obliga a establecer ciertas estrategias para cambiar ese rumbo. Por otro lado hay que tener en cuenta que a nivel global, en todos los países donde ha habido elecciones de medio término en el contexto de la pandemia, los oficialismos, en mayor o en menor medida, han sufrido algún grado de desgaste y eso se ha traducido en los resultados electorales.
En este sentido, en la Argentina podemos ver que ha habido un sector de la población que mayoritariamente se ha volcado al voto de una oferta electoral de carácter opositora y en otro caso también se ha observado un pequeño incremento (yo no diría significativo) en el voto con carácter de bronca o de rechazo a la dirigencia política en general. El voto en blanco por ejemplo.
A diferencia de lo que sucedió en las elecciones de 2019, los resultados de estas PASO muestran que el oficialismo ha perdido en la gran mayoría de los distritos. No obstante, asumir que estos resultados pueden ser trasladados directamente al resultado de la elección general de noviembre es aventurado. Esencialmente porque la oferta electoral para la elección general será más reducida y el voto del electorado será más estratégico y meditado.
Un aspecto que puede intuirse tras las elecciones del último domingo es que, a diferencia de épocas pasadas, quizás el voto a un proyecto político de país ha menguado en su incidencia en la decisión electoral. Así mismo, paralelamente, se ha incrementado el voto centrado en la personalización del candidato. Esto no significa que aún no persista la idea de un proyecto de país en los votantes, sino que en los criterios de decisión de un votante se ponen en juego ya no solo el proyecto de país que encara la alianza política a la cual está votando, sino además tiene gran incidencia las características personales del candidato o de la candidata.
Viendo el mapa político conformado después de las PASO, muchos se preguntan si en verdad el país está virando hacia la derecha o más bien es un resultado fruto de un voto en contra del oficialismo.
Está claro que quien ha pagado los mayores costos políticos, tras un año y medio de pandemia, ha sido el Frente de Todos. Y por consecuencia esto ha devenido en un crecimiento del caudal electoral de la alianza opositora Juntos por el Cambio, que se define a sí misma como una alianza ideológicamente de centro o centro derecha.
Por otra parte, cabe considerar que dentro de la alianza Juntos por el Cambio está cobrando una mayor presencia y protagonismo la Unión Cívica Radical. Este es un partido político con tradición en la República Argentina que se referencia con las clases medias y que en la memoria colectiva parece no haber sido tan afectado por la crisis política y económica que dejó la gestión de Juntos por el Cambio entre 2015 y 2019.
En tanto, pienso que la performance electoral que ha tenido el espacio de los denominados libertarios responde más a una coyuntura situacional, ya que han sabido canalizar una parte del tradicional voto antisistema (rechazo total al sistema político) que suele ser un 4, 5 o 6% del electorado, y por otro lado también ha sabido captar algunos votos bronca que suelen traducirse en votos en blanco.
Seguramente de aquí a noviembre habrá un reacomodamiento de fuerzas. En estos interregnos entre una elección PASO y una elección general siempre hay que tener en cuenta el porcentaje de votantes que no concurrió a las urnas, el porcentaje de votantes que votó en blanco y prestar atención a los votantes que en las Primarias han elegido una oferta electoral que no ha obtenido la victoria en la interna de su propio espacio.
En este sentido, creo que aquí hay un conjunto de electores bastante disperso y volátil donde los resultados no están asegurados, ni mucho menos la filiación de su voto.
En virtud de este escenario post PASO, no creo que se trate de un resultado histórico como lo definen muchos medios de comunicación, ya que los resultados de una elección primaria no se pueden traspasar automáticamente a los resultados de una elección general. Sí considero que es un resultado de fuerte impacto del cual el oficialismo nacional tiene que tomar nota y realizar los ajustes pertinentes si quiere afianzar la gobernabilidad para sus próximos dos años de mandato.
Para cualquier gestión, la gobernabilidad en el Congreso es un punto clave y necesario para sostener su rumbo. Por eso si bien es importante la forma en que queden ordenadas las relaciones de fuerza dentro del Congreso, también creo que hay que tener una mirada un poco más allá de la estructura institucional, más humana, en relación a la configuración política del parlamento.
Con esto hago referencia a las actitudes institucionales, y la vocación por el diálogo y la búsqueda de
acuerdos en el marco de las reglas de la democracia y del parlamento. Para
decirlo en términos sencillos, creo que sería bueno que nos preguntemos cuánta
vocación al diálogo institucional tienen los candidatos a los cuales nosotros
votamos.
Con cualquiera de los candidatos podemos tener diferencias ideológicas o diferencias de estilo. Nos puede gustar más o gustar menos, nos puede caer mejor o peor. Pero creo que es importante revalorizar la vocación por el diálogo y el respeto a la institucionalidad de nuestros candidatos.
Más allá de muchos defectos que podemos encontrar en nuestra dirigencia política, creo que a nivel mayoritario la dirigencia argentina siempre ha tratado de respetar el espacio del Congreso como un ámbito de discusión, debate y de resolución de conflictos. Siempre dentro de las reglas y de los procedimientos democráticos.
Creo que, como electores, debemos intentar discernir entre aquellos candidatos con discursos agresivos y violentos que rechazan la esencia del sistema democrático (dialogar con el que piensa distinto) y aquellos candidatos que nos invitan a buscar la unidad en el marco de la pluralidad y la diversidad de ideas.
El lugar del diálogo en la democracia es el parlamento y las elecciones de medio término son aquellas que lo configuran.
Muy buen análisis Rodrigo. Comparto ampliamente. El desafío de continuar con diferentes análisis un poco más profundos de nuestros representantes y el valor de la democracia y sus instituciones.
Bien ahí Rodrigo! Echando luz al oscuro caos que generan las voces q mas minutos tienen en los medios centrales. Felicitaciones! Por mas columnas como esta!
Comparto contigo, la base de todo es el diálogo. Es lo que falta en nuestros dirigentes, entre otro montón de cosas que impiden confiar en ellos.
Si vemos los nominales, me parece que todos perdieron votos, incluidos JxC. El oficialismo más. Que actitud tomen estos ausentes en la próxima elección es clave para llegar a conclusiones sobre a quien respalda la mayoría de la población. Incluso algunas de las últimas encuestas muestran un grupo numeroso indeciso.
El diálogo para esta revista es en torno a los valores fundamentales del ser humano y el bien común. Caso contrario quizás hay que plantear el disenso con firmeza.
Los dirigentes dialogantes son también fruto de una tal sociedad y cultura. Por eso me parece que hay que avanzar primero uno mismo y junto a los mas cercanos.