El presidente presentó a ocho nuevos ministros, sin embargo, en la tarde de ayer hubo protestas en numerosas ciudades del país. También hubo más destrozos y saqueos.
Los cambios en el Ejecutivo del presidente Sebastián Piñera no han logrado aplacar las protestas en Chile. Pese a los cambios realizados, la de ayer fue una tarde de nuevos saqueos, destrozos e incendios tanto de grandes tiendas como de pequeños locales comerciales en Santiago y numerosas ciudades del país.
Este lunes ochos ministros juraron al asumir su encargo, entre ellos carteras clave, como la de Hacienda, Economía, y, en especial, Interior que es además una suerte de jefatura de gabinete. El ex ministro de Interior, Andrés Chadwick había sido muy cuestionado por su manejo de la crisis y, entre otras cosas, por su poca disponibilidad al diálogo. Ocupa su lugar Gonzalo Blumel, que hasta ayer ocupaba la Secretaría General de Presidencia, una figura joven de mayor predisposición al diálogo. Es la misma característica de la nueva vocera del gobierno, Karla Rubilar, quien cubre una cartera importante en la comunicación del Ejecutivo con las demás fuerzas políticas y la ciudadanía. Trabajo, Bienes Públicos y Deporte son las otras carteras que tienen nuevos titulares. Varios de los nuevos secretarios de Estado tienen en torno a los 40 años, e incluso menos.
Sin embargo, eso no fue suficiente para disminuir las protestas. Una multitud salió a las calles de la capital para seguir manifestando su descontento. Incluso en ciudades pequeñas, donde las manifestaciones masivas son poco frecuentes, como Talca o La Serena, ayer hubo columnas de miles de personas protestando.
En su enorme mayoría se ha tratado de manifestaciones pacíficas, pero una minoría provocó desórdenes y destrozos importantes. En el centro de Santiago fueron nuevamente quemadas varias entradas del tren subterráneo, se saquearon tiendas y farmacias, oficinas públicas, bancos. Las llamas se extendieron a la base de una torre y los bomberos tuvieron su trabajo para evitar que peligraran viviendas cercanas. El fenómeno se repite en las demás localidades, a menudo empañando el reclamo de la mayoría.
Los comentarios políticos acerca del cambio de gabinete varían. Si en el ámbito del oficialismo hubo satisfacción y se destaca el cambio generacional de varios ministros, algunos de los cuales participan del comité político más cercano del presidente, como ser Interior y la vocera de gobierno, en la oposición se destaca que cambiaron los rostros, pero no cambió el discurso. Desde la centroizquierda opositora se señala la importancia de impulsar cambios estructurales que permitan incidir en el reclamo social y en las patentes desigualdades.
Cuando ya el país se aproxima a las dos semanas de protestas, no se percibe claramente hacia dónde va la crisis que se ha desatado en el país. La desconfianza generalizada hacia el sector político hace temer intentos de anestesiar la protesta con anuncios y sin incidir en la calidad de vida. A su vez, los contactos que hubo con representantes de la sociedad civil no han conformado todavía un encare sistemático de los problemas que aquejan a los chilenos: tarifas caras, sueldos y pensiones bajos, notable endeudamiento de los hogares, servicios ineficientes que niegan el acceso universal a los mismos. Y sin una mayor intervención de la sociedad civil, parece difícil dar forma y canalizar en modo representativo la protesta social. La crisis ha sorprendido a todos, y ya es tiempo de canalizarla hacia la salida del túnel. La duda es si los interpelados han logrado decodificar el mensaje de la calle.