La coronación de Independiente en la Copa Sudamericana cerró un año futbolístico en el que los de Avellaneda, Lanús, River y Boca fueron los grandes protagonistas.
Alegría infernal
Independiente volvió a gritar campeón y levantó su 17º copa internacional. Se quedó con la Sudamericana tras empatar 1 a 1 en el partido de vuelta frente a Flamengo.
Siete años habían pasado desde la última gran alegría del Rojo, cuando obtuvo por primera vez la Copa Sudamericana. De allí hasta ayer, todo lo que vivió el equipo de Avellaneda pareció mucho más. La debacle institucional, que culminó nada menos que con el descenso a la B Nacional por primera vez en su historia, se había llevado por delante esa historia gloriosa que hablaba de uno de los equipos más ganadores del mundo.
Aquel dolor, aquella angustia, hicieron que Independiente tuviera que morder el polvo para resurgir. No fue fácil. Un ascenso sufrido y nada sencillo y luego un andar dubitativo hasta afianzarse nuevamente en la primera división.
Sin embargo, la llegada de Ariel Holan le cambió no sólo la cara sino que renovó el espíritu, la confianza y fue a la búsqueda de aquella esencia que siempre caracterizó a la historia del club, con un juego atildado y con la mística copera de antaño.
Y el premio llegó el pasado miércoles, con el gran logro en el Maracaná, que podría significar una importante plataforma de lanzamiento. Ahora los dirigentes tienen que encargarse de asegurar la continuidad del entrenador, quien la puso en duda debido a los problemas que tuvo recientemente con el líder de la barra brava, Bebote Álvarez. Si gana el poder de este personaje siniestro, entonces Independiente no habrá aprendido nada de todo lo vivido y sufrido.
Lanús, un equipo afianzado
El conjunto del sur estuvo a un paso de la gran hazaña, ya que por primera vez llegó a la final de la Copa Libertadores, aunque el sueño quedó trunco ante el poderío de Gremio. No obstante, el presente del equipo granate se basa en un trabajo a largo plazo, sustentado en la labor desde divisiones inferiores, en la coherencia a la hora de elegir entrenadores y en la apuesta a un sentido de pertenencia de los jugadores con el club. Sólo le faltó el último aliento, pero sin dudas la institución del sur del conurbano bonaerense es hoy una de las más respetadas de la Argentina.
River tuvo su cierre feliz
Fue curioso lo que sucedió con el conjunto de Núñez. En una noche, sí, en una noche, el presente se le revirtió de tal manera que pasó de ser uno de los equipos más sólidos y convencidos de su idea a un plantel que dudaba de sus convicciones. Aquella increíble noche de semifinales de Libertadores ante Lanús, donde el granate le dio vuelta la serie después de estar 3 a 0 abajo, fue un mazazo para los jugadores conducidos por Marcelo Gallardo. El sueño de ser nuevamente líderes en el continente se esfumó y convirtió al Millonario en un conjunto absolutamente vulnerable. Derrotas consecutivas en el ámbito local (incluida la que le propinó Boca) lo hundieron hasta que logró salir a flote en la última escena del año, consiguiendo la Copa Argentina ante Atlético Tucumán.
Boca, un líder que no se cae
El conjunto de la Rivera cumplió ya un año entero como líder del torneo local. En el medio fue campeón y su andar se afianza cada vez más, a pesar de un par de derrotas que no lograron bajarlo del primer puesto. Sin presencia en el ámbito internacional, el equipo conducido por Guillermo Barros Schelotto apunta todos sus cañones a la Copa Libertadores de 2018. Es su obsesión y para eso ya se prepara, mientras disfruta de seguir mirando a todos desde arriba.