La Comunidad de San Egidio promovió la realización, la tarde del 20 de octubre, del Encuentro Internacional de Oración por la Paz titulado “Nadie se salva solo. Paz y Fraternidad” en la ciudad de Roma. Participaron el Papa Francisco y numerosos líderes religiosos de todo el mundo. El evento finalizó con la firma del llamamiento común por la paz.
Numerosos líderes religiosos y políticos participaron como oradores en el Encuentro Internacional de Oración por la Paz titulado “Nadie se salva solo. Paz y Fraternidad”. Los participantes coincidieron en muchos puntos de vista y resaltaron la necesidad de dar respuestas comunes, así como en la importancia de generar cambios en el modelo de sociedad actual que sean respuesta a las expectativas de los habitantes más pobres y vulnerables del mundo.
Espacio de encuentro
Varios de los oradores debieron enfrentar dificultades para participar en el encuentro en Roma, porque consideraron que su presencia podría impulsar la amistad entre las religiones y los seres humanos, así como ayudar en la construcción de un mundo donde vivamos en paz.
El Patriarca Ecuménico Bartolomé afirmó: “Se nos da la oportunidad una vez más de encontrarnos en este momento difícil para toda la humanidad, pero al mismo tiempo es propicio para cuestionarnos, meditar, orar y actuar para construir una sociedad mejor, capaz de aceptar los grandes desafíos del momento”.
El Venerable Shoten Minegishi subrayó “He venido a Roma en medio de muchas dificultades y angustias por el desplazamiento a causa del coronavirus, pero quiero también expresar mi amistad a la Comunidad de San Egidio”.
El coronavirus transparenta lo que ocurre en el mundo
Para algunos participantes la realidad creada a raíz de la pandemia ha permitido abrirnos los ojos y así poder ver con claridad el mundo que hemos construido y en el que nadie escapa a sus efectos. El Gran Imán Ahmad al-Tayyeb, Sheykh de Al-Azhar puntualizó que nadie ha escapado a los efectos del Covid-19, sin embargo, “Lo que agrava la dolorosa realidad es la visión de estos millones de refugiados, desplazados, personas sin hogar y víctimas de las zonas de conflicto. Esta epidemia ha empeorado sus terribles condiciones a falta de la atención sanitaria necesaria. Del mismo modo, pueblos enteros no han podido hacer frente a la epidemia”.
Seguidamente subrayó “hay otra antigua epidemia que se está renovando” y se refirió a “la epidemia de la discriminación y el racismo, una enfermedad que afecta y erosiona la conciencia humana” y señaló que esta realidad ha adquirido expresiones nuevas.
El Patriarca Ecuménico Bartolomé reconoció que “el momento de la acción ha llegado (…) Por lo tanto, la acción para el hogar común debe tomar un nuevo camino, debe desarrollarse bajo una luz diferente. Debemos subvertir un orden socio-cultural secular y sentir el fragmento divino dentro de él”.
Es el momento de actuar
Los participantes subrayaron en sus discursos que es hora de pasar a la acción, pero esta debe cumplir con ciertas condiciones:
El Patriarca Bartolomé subrayó que “para construir la fraternidad que conduce a la paz y la justicia, al respeto y a la comprensión, para sentirse familia como en un hogar, debemos comenzar por cuidar nuestro hogar común, dentro del cual nos encontramos todos, hijos de esta humanidad y de todo lo creado por Dios (…) la casa común es como la casa de los espejos. Un espejo en el que vemos nuestra imagen reflejada, como la de todos nuestros hermanos y hermanas y con nosotros cada elemento de la creación. Creados a imagen y semejanza de Dios, vemos en nosotros la imagen de nuestro hermano y en cada ser humano el fragmento divino. Mirando lo que nos rodea, vemos la obra divina contenida en él”.
El Venerable Minegishi por su parte afirmó: “He estado involucrado en el diálogo interreligioso durante mucho tiempo. Creo que todas las personas religiosas deben colaborar estrechamente para que todos, independientemente de sus diferentes afiliaciones religiosas o posiciones culturales, puedan ser aceptados por lo que son, en su totalidad. También estoy profundamente convencido de que la pena de muerte es una negación de la dignidad humana. Y también soy profundamente consciente de que la violencia y las guerras son producto del comportamiento humano. Pero si el hombre está en el origen de la guerra, también puede estar en el origen de la paz.
“Creo profundamente que el diálogo es la caricia que abre nuestros corazones y nos acerca un paso más al corazón de nuestro prójimo”
El Gran Imán Ahmad al-Tayyeb refiriéndose a que estamos en una época de transición, afirmó: “El advenimiento del Coronavirus anunció al mundo la muerte de la globalización que había dividido al mundo, separado a los seres humanos, eliminado la moral y los valores, marginado a la religión. Hoy ha llegado el momento de adoptar una nueva globalización, basada en la fraternidad humana, que promueva la igualdad de todos los seres humanos en cuanto a derechos y deberes, que arraigue la coexistencia social y se comprometa con el respeto de las especificidades e identidades religiosas y culturales, que detenga la carrera de armamentos y redirija los cientos y miles de miles de millones gastados en armamento hacia la educación, la atención sanitaria y la investigación científica. Entonces, y sólo entonces, podremos hacer frente a los desastres y las epidemias y ser más fuertes ante las diversas crisis.”
El Patriarca Bartolomé puntualizó en cuál es el rol de la humanidad en el momento actual y afirmó:
“La humanidad puede retomar su papel de guardián y tesorero de la creación: ya no hay lugar para el fundamentalismo, la injusticia social y económica, el hedonismo, el egoísmo, el afán de dominación y toda la creación volverá a participar en el bien del mundo”.