Para 2030 el estado planifica reducir en un 40% la emisión de gases contaminantes y que el 50% de su energía provenga de fuentes renovables.
Todas las casas nuevas que se construyan en California a partir del año 2020 deberán contar con paneles solares. Es uno de los impulsos más destacables al uso de las energías limpias y de mayor impacto en la vida diaria de la gente en un estado que le ha dado gran prioridad a la adaptación al cambio climático.
California es el primero de los estados de Estados Unidos que adopta esta medida, aprobada por unanimidad por la Comisión de Energía de sus cinco miembros. La resolución requiere de la aprobación del Legislativo y afecta a todas las casas unifamiliares o de varias unidades que tengan menos de tres pisos y obtengan su permiso de construcción después del 1 de enero de 2020.
No abarca a los edificios más altos, donde no hay sitio para la instalación de paneles solares necesarios para abastecer a todos los vecinos, ni a obras de remodelación. El 20% de la construcción nueva actual tiene paneles solares.
Dar ejemplo tiene un coste. La propia comisión calcula que la exigencia de paneles solares añadirá un costo medio de 9.500 dólares a cualquier construcción nueva y un aumento en unos 40 dólares al mes en una hipoteca a 30 años. Al mismo tiempo, calcula que durante ese tiempo el usuario ahorrará 80 dólares al mes en las facturas de la luz en un estado donde no se concibe la vida sin aire acondicionado.
Añadir costes a la vivienda puede tener consecuencias en un estado que padece una angustiosa crisis de falta de vivienda. El precio medio de una casa en el sur de California supera el medio millón de dólares. Solo el 22% de las familias del sur de California pueden permitirse comprar una vivienda de segunda mano, cuando en 2012 podía hacerlo el 42%.
La Comisión de Energía sostiene que el incremento en el costo de la vivienda será compensado a largo plazo por los ahorros en la boleta de la electricidad, en la luz compensarán el coste inicial de la vivienda.
California apuesta a reducir en un 40% sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 y para esa fecha se pretende que el 50% de su energía provenga de fuentes renovables.
Las medidas adoptadas también incluyen nuevos requisitos de ventilación y aislamiento de las casas para mejorar el consumo de energía. En total, las casas construidas con el nuevo código serán un 53% más eficientes que las construidas con el código actual (de 2016) y los edificios no residenciales utilizarán un 30% menos de energía. La Comisión calcula que las casas nuevas consumirán un 30% menos de energía que las antiguas con el nuevo código energético.