En la provincia de Buenos Aires podría presentarse un proyecto de Ley que evite el nepotismo.
Anda pululando por los pasillos del mítico edificio del Congreso de la Provincia de Buenos Aires un interesante proyecto de ley que, como suele ocurrir, cuenta con el apoyo de “unos” y el repudio de “otros”. Se trata de una iniciativa del Diputado oficialista (Cambiemos) Guillermo Castello que tiene como objetivo central combatir el nepotismo.
¿Qué es el nepotismo? Según la Real Academia Española, se trata de una “desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos”. ¿Qué significa en la práctica? La elección “a dedo” de familiares y/o amigos para ocupar cargos en la administración pública para los cuales, en la gran mayoría de los casos, nunca en su vida se prepararon.
Según el autor del proyecto, la iniciativa “establece que todos los funcionarios públicos provinciales tendrán prohibido realizar nombramientos y designaciones permanentes o provisorias de parientes consanguíneos o por afinidad, cónyuges o parejas convivientes, quedando exceptuados los casos en que mediaren procesos de selección competitivos o meritocráticos, como un concurso público”.
El proyecto es, al menos, interesante y merecedor de un digno debate legislativo. Si uno recorre los 135 municipios que integran y dan vida a la provincia de Buenos Aires observará que en muchos de ellos los Intendentes nombran a hermanos, esposas, hijos, yernos o nueras, en los cargos más trascendentales. Es una clara muestra de que en el transcurso del tiempo las municipalidades lejos de abrirse a todos los vecinos, van cerrando sus puertas y, lo más perjudicial, se comienza a gobernar puertas adentro, cuando la necesidad, el auxilio, la asistencia, están afuera, en la calle.
Asimismo, los concursos para ocupar cargos públicos en los municipios (como así también en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial) escasean casi más que la dignidad y el “don de gente” en la política. Ya nadie cumple funciones tras “ganar” un concurso, el poder determina que hoy, tristemente, todo se hace a dedo.
Para el Diputado Castello “la designación discrecional de familiares sólo es posible por quienes conciben al Estado como patrimonio propio, convirtiendo al sistema republicano en una caricatura del Régimen Feudal” y “en un sistema republicano no se puede tolerar la prevalencia de la sangre como criterio de promoción a un cargo público”.
El nepotismo es una especie de “corrupción moral” que, sin lugar a dudas, no permite que la joven democracia Argentina crezca y se extienda a lo largo y ancho del país. Sólo resta esperar que el proyecto que pondría “fin” a las designaciones a dedo de familiares y amigos deje de pulular por los fríos pasillos que unen las oficinas de los legisladores y, quién dice, luego de un debate serio, se convierta en Ley.