La palabra de Francisco tras su viaje apostólico.
El Papa Francisco, tras concluir el 14º Viaje Apostólico internacional de su pontificado, en esta ocasión a Armenia, del 24 al 26 de junio, concedió como es costumbre, una rueda de prensa en el avión durante su viaje de regreso a Roma, en la que se trataron diversos temas de actualidad.
Al tomar la palabra, el Pontífice comenzó agradeciendo a los periodistas que han seguido sus pasos en tierra armenia. “Les agradezco mucho la ayuda en este viaje por todo su trabajo que hace bien a la gente. Comunicar bien las cosas son buenas noticias y las buenas noticias hacen siempre bien.”
La primera pregunta la formuló Artur Grygorian, de la Televisión Pública de Armenia, quien al recordar que el Papa Bergoglio tiene amigos armenios y ha tenido contacto con la comunidad armenia en Argentina, le preguntó si durante los tres días del viaje pudo “tocar”, por decirlo de alguna manera, el espíritu armenio. ¿Cuál ha sido su sentir –le dijo– su impresión y cuál sería su mensaje y sus oraciones para nuestro futuro, el de los armenios?
“Yo deseo para este pueblo la justicia y la paz y rezo por esto porque es un pueblo valiente y rezo para que encuentre la justicia y la paz. Sé que muchos trabajan por esto y también me he sentido muy contento la semana pasada cuando he visto una fotografía del presidente Putin, con los dos presidentes armenio y azerbaiyano. Al menos hablan. Y también con Turquía: el Presidente de la República en su discurso de bienvenida ha hablado claro. Ha tenido el coraje de decir ‘pongámonos de acuerdo, perdonémonos y miremos al futuro’. Esto es tener gran coraje. Un pueblo que ha sufrido mucho, ¿no?
El icono del pueblo armenio es una vida de piedra y una ternura de madre. Ha portado cruces, pero cruces de piedra, pero no ha perdido la ternura, el arte, la música, aquellos cuartos tonos, tan difíciles de entender, y con gran genialidad… Un pueblo que ha sufrido mucho en su historia y sólo la fe, la fe lo ha mantenido de pie. Porque el hecho de que haya sido la primera nación cristiana, esto no es suficiente: ha sido la primera nación cristiana porque el Señor la ha bendecido, porque ha tenido santos, ha tenido obispos santos, mártires… Y por esto ha hecho en la resistencia esa piel de piedra, pero no ha perdido la ternura de un corazón materno. Y Armenia también es madre.
Yo tenía muchos contactos con los armenios: asistía con frecuencia a sus Misas, tengo muchos amigos armenios. Una cosa que habitualmente no me gusta hacer para descansar, pero iba a cenar con ellos y ustedes hacen cenas pesadas… Pero era muy amigo tanto del Arzobispo Kissag Mouradian, de la Iglesia Apostólica Armenia, como de Boghossian, el católico. Pero entre ustedes más que la pertenencia o a la Iglesia Apostólica o la Iglesia Católica es la “armenidad” y esto yo lo entendí en aquellos tiempos. Hoy me saludó un argentino de familia armenia que cuando yo iba a las Misas el Arzobispo siempre lo hacía sentarse cerca de mí para que me explicara algunas ceremonias, algunas palabras que no entendía…”
A continuación, Jeannine Paloulian de Nouvelles d’Armenie, hablando en francés agradeció al Santo Padre el encuentro de oración, durante el que pidió a la gente que sean artífices de reconciliación con Turquía y Azerbaiyán. Y le preguntó, teniendo en cuenta que dentro de algunas semanas estará en Azerbaiyán, ¿cuáles son los signos concretos que ofrecerá en Azerbaiyán?
“Hablaré a los azerbaiyanos de la verdad, de lo que he visto y de lo que escucho. Y también los alentaré. Me he encontrado con el presidente azerbaiyano y he hablado con él. Y diré también que no hacer la paz por un pedacito de tierra significa algo oscuro, ¿no? Pero esto se lo digo a todos, a los armenios y los azerbaiyanos. Quizás no se ponen de acuerdo sobre las modalidades de hacer la paz y sobre esto se debe trabajar. Más que esto no sé qué decir. Diré lo que en el momento me vendrá al corazón, pero siempre en positivo, tratando de encontrar soluciones que sean viables, que vayan adelante”.
Jean Luis De La Vassiere de la Agencia France Press agradeció al Pontífice por su parte y por parte del semanario La Croix, y le preguntó: ¿Por qué ha decidido agregar abiertamente la palabra “genocidio” en su discurso en el palacio presidencial? En un tema doloroso como éste ¿cree que es útil para la paz, en esta región complicada?
“En Argentina cuando se hablaba del exterminio armenio, siempre se usaba la palabra genocidio. Yo no conocía otra. En la Catedral de Buenos Aires, en el tercer altar a la izquierda hemos puesto una cruz de piedra recordando el genocidio armenio, y ha venido el arzobispo, los dos arzobispos armenios, el católico y el apostólico cuando se ha estado inaugurada, también el arzobispo católico en la iglesia católica de San Bartolomé, ha hecho un altar en memoria de San Bartolomé.
Yo no conocía otra palabra. Yo vengo con esta palabra. Cuando llego a Roma escucho otra palabra: “El Gran Mal” o “la tragedia terrible”, pero en armenio, que no sé decirla… y me dicen que aquella es ofensiva, aquella del genocidio, y que se debe decir ésta…
Yo siempre he hablado de tres genocidios del siglo pasado, siempre tres: el primero el armenio, luego el de Hitler y por último el de Stalin. Los tres.
Hay otro en África, pero, en la órbita de las dos grandes guerras están estos tres… He preguntado por qué pero algunos sienten que no es verdad, que no ha sido un genocidio. Un abogado me ha dicho esto que me ha interesado mucho: la palabra “genocidio” es una palabra técnica, es una palabra que tienen una tecnicidad que no es sinónimo de “exterminio”.
Se puede decir exterminio pero decir genocidio comporta acciones de reparación… esto me ha dicho el abogado. El año pasado cuando preparaba el discurso he visto que San Juan Pablo II usaba las dos palabras: El Gran Mal y genocidio, y las he citado entre comillas, y no cayó bien, hubo una declaración del gobierno turco. Turquía en pocos días ha llamado a Ankara al embajador, que es un buen hombre, un embajador de lujo, que ha vuelto hace dos o tres meses, “un ayuno de embajador”, pero es un derecho a la protesta y lo tenemos todos. ¿No?
En este discurso al inicio no estaba la palabra. Es cierto. Respondo por qué la he agregado. Luego de haber escuchado el tono del discurso del Presidente y también con mi pasado de esta palabra, y tras haber dicho esta palabra también el año pasado en San Pedro públicamente, habría sonado muy extraño no decir lo mismo al menos.
Pero allí yo quería subrayar otra cosa y creo, sino me equivoco, que he dicho: “En este genocidio como en los otros dos, las grandes potencias internacionales miraban a otra parte”. Y esta ha sido la acusación.”