El premier de Israel voló a Bruselas para encontrarse con los ministros exteriores del bloque. Pero el bloque no seguirá el ejemplo de Trump.
El desayuno de trabajo entre el premier israelí Benjamín Netanyahu y los ministros de exteriores de la Unión Europea duró más de dos horas. No siempre son fáciles las relaciones diplomáticas entre el bloque y el primer ministro de Israel, acaso demasiado directo en sus aseveraciones.
De hecho, Netanyahu estaba confiado en que la UE acabaría siguiendo el ejemplo de los Estados Unidos y aceptando trasladar a Jerusalén sus embajadas. Las sedes diplomáticas del bloque están en Tel Aviv como medida de protesta por la ocupación de la zona oriental de Jerusalén que es parte de los territorios en su momento administrados por Jordania en nombre de los palestinos. El tema de los territorios ocupados por Israel es, además, particularmente espinoso, pues Israel no ha cesado de ampliarlos.
La UE considera que la decisión, tomada en soledad por el presidente Trump y pese a las manifestaciones en contra de miembros del bloque europeo, termine por inhabilitar a Washington como interlocutor válido y aceptado por todas las partes en un proceso de paz.
Un interlocutor necesario, puesto que por realismo hay que aceptar que, en palabra de la encargada de asuntos exteriores de la UE, Federica Mogherini, “ningún intento puede prosperar sin Estados Unidos, pero nadie debe crearse la ilusión de que solo con Estados Unidos puede funcionar.
Para los europeos, no hay una alternativa realista a la creación de dos Estados, Israel y Palestina, con Jerusalén como capital de ambos, tomando las fronteras de 1967.
El representante británico, Alan Duncan, resumió esta posición en modo contundente al afirmar que “Jerusalén Este no es parte de Israel”. Netanyahu, por su parte, trató de usar instalar la idea de que la ampliación de los territorios ocupados es una moneda de cambio necesaria para negociar un Estado palestino que dé garantías de seguridad a Israel, como por ejemplo imponer que los palestinos no dispongan de un aeropuerto propio. Por otra parte, también señaló que la inteligencia israelí ha evitado docenas de ataques terroristas, muchos en suelo europeo, y como aliado en temas de ciberseguridad. Sin embargo, el mensaje ha sido claro: Jerusalén no será reconocida como capital por la Unión Europea.