“La oración nos hace sentir amados y nos permite amar”

“La oración nos hace sentir amados y nos permite amar”

El Papa Francisco recordó a los santos Pedro y Pablo, el Papa habló sobre tres palabras que vivieron estas dos figuras: confesión, persecución y oración.

“Preguntémonos si somos cristianos de salón, de esos que comentan cómo van las cosas en la Iglesia y en el mundo, o si somos apóstoles en camino, que confiesan a Jesús con la vida porque lo llevan en el corazón”. Fueron éstas las palabras del Papa Bergoglio durante la misa celebrada para recordar a los apóstoles Pedro y Pablo en la Plaza de San Pedro, en Roma.

Durante su homilía, el Papa se centró en el comentario de tres palabras que vivieron los dos santos: confesión, persecución y oración. Bergoglio enfatizó que no tiene mucha utilidad conocer en todos los detalles de la doctrina católica si no se tiene el valor de confesarse como cristianos, dando testimonio de “Jesús como Señor de la propia vida”.

Bergoglio ahondó en el concepto explicando que “quien confiesa a Jesús sabe que no tiene que dar sólo opiniones, sino la vida; sabe que no puede creer con tibieza, sino que está llamado a ‘arder’ por amor; sabe que en la vida no puede conformarse con ‘vivir al día’ o acomodarse en el bienestar, sino que tiene que correr el riesgo de ir mar adentro, renovando cada día el don de sí mismo”.

En cuanto a la segunda palabra, la persecución, el Pontífice destacó que toda la comunidad cristiana fue perseguida desde sus comienzos. “Incluso hoy en día, en varias partes del mundo, a veces en un clima de silencio –un silencio con frecuencia cómplice–, muchos cristianos son marginados, calumniados, discriminados, víctimas de una violencia incluso mortal, a menudo sin que los que podrían hacer que se respetaran sus sacrosantos derechos hagan nada para impedirlo”, recordó Bergoglio. Ante situaciones de este tipo el cristiano está llamado a “soportar el mal”, es decir, “no sólo tener paciencia y continuar con resignación”, sino también imitar a Jesús al cargar el peso de esas circunstancias, “cargarlo sobre los hombros por él y por los demás”. “Es aceptar la cruz, avanzando con confianza porque no estamos solos: el Señor crucificado y resucitado está con nosotros”, sostuvo el Papa.

El Sumo Pontífice resaltó la figura de Pablo al señalar que “su comportamiento en la noble batalla fue únicamente no vivir para sí mismo, sino para Jesús y para los demás. Vivió ‘corriendo’, es decir, sin escatimar esfuerzos, más bien consumándose. Una cosa dice que conservó: no la salud, sino la fe, es decir la confesión de Cristo”. “Por amor a Jesús experimentó las pruebas, las humillaciones y los sufrimientos, que no se deben nunca buscar, sino aceptarse. Y así, en el misterio del sufrimiento ofrecido por amor, en este misterio que muchos hermanos perseguidos, pobres y enfermos encarnan también hoy, brilla el poder salvador de la cruz de Jesús”.

Acerca de la tercera palabra, la oración, dijo que “es el agua indispensable que alimenta la esperanza y hace crecer la confianza”. “La oración nos hace sentir amados y nos permite amar. Nos hace ir adelante en los momentos más oscuros, porque enciende la luz de Dios. En la Iglesia, la oración es la que nos sostiene a todos y nos ayuda a superar las pruebas”. Para el Papa “una Iglesia que reza está protegida por el Señor y camina acompañada por él. Orar es encomendarle el camino, para que nos proteja. La oración es la fuerza que nos une y nos sostiene, es el remedio contra el aislamiento y la autosuficiencia que llevan a la muerte espiritual. Porque el Espíritu de vida no sopla si no se ora y sin oración no se abrirán las cárceles interiores que nos mantienen prisioneros”. “Qué urgente es que en la Iglesia haya maestros de oración, pero que sean ante todo hombres y mujeres de oración, que viven la oración”, concluyó el Papa.

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