Un informe detalla que se multiplicó por diez en cuarenta años. Los efectos los padecen 124 millones de niños y jóvenes. ¿Cómo combatirla?
Incluso en sectores de elevado nivel de pobreza, junto con los casos de desnutrición nos podemos encontrar ante la malnutrición y la obesidad. Se está ante una crisis global causada no solo por la falta de comida, sino por consumir alimentos procesados poco saludables, con exceso de grasas y bebidas ricas en azúcares.
Ambos problemas están relacionados con la desigualdad y la pobreza y amenazan cada vez más a los países en desarrollo. Lo señala un estudio publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en colaboración con instituciones académicas de Reino Unido.
El documento señala que la obesidad infantil es una de las consecuencias de este problema: en el mundo ya son 124 millones de niños y jóvenes, entre cinco y 19 años, que la sufren. Es diez veces más que lo que se registraba hace 40 años. Cada año, la obesidad causa la muerte de tres millones de menores.
La paradoja es que mientras se consigue reducir la desnutrición, avanza la costumbre de malos hábitos alimenticios y a nivel mundial. Al ritmo actual, en 2022 – dentro de apenas cinco años – habrá otros 213 millones de niños y jóvenes obesos, y 192 millones con desnutrición moderada y aguda.
El problema afecta especialmente también a países asiáticos como India. En la Polinesia más del 30% de los niños y jóvenes tienen obesidad. Le siguen otras regiones de países en desarrollo con tasas cercanas al 20% en Asia y el Norte de África como Arabia Saudí, Irak, Kuwait y Egipto. América Latina también es una de las regiones donde más ha crecido la obesidad entre los niños. Aunque se ha frenado el ritmo de crecimiento, en Europa y Estados Unidos la obesidad en jóvenes sigue siendo demasiado elevada.
A nivel global, el 5,6% de las chicas y el 7,8% de los chicos están obesos. En 1975, el primer año analizado, las cifras eran del 0,7% y del 0,9%, respectivamente. Cambios bruscos cambios bruscos en el mercado alimentario y la comida procesada con bajo valor nutritivo y rica en grasas podría estar explicando la amplitud del fenómeno.
Las consecuencias para la salud son graves y pueden conducir a la muerte. Las enfermedades como la diabetes, los problemas cardiovasculares o el cáncer que aparecen después de décadas son algunas de las complicaciones más frecuentes, con importantes riesgos.
Majid Ezzati, investigador el Imperial College y uno de los coordinadores del informe presentado por la OMS señala que muchos de los países ricos han sido reticentes en “fijar impuestos y regulación para cambiar los hábitos alimenticios de los niños para evitar la obesidad infantil… muy pocas políticas y programas están dedicados a facilitar el acceso a comidas saludables como los granos integrales, frutas y vegetales para familias pobres. La imposibilidad de comprar comida saludable puede llevar a la desigualdad social y obesidad”.
Cuando se habla de políticas y programas, se alude a iniciativas como la que aplica Chile, por ejemplo. Ante un importante incremento de la obesidad infantil, desde hace un año el Gobierno ha impulsado una “ley de etiquetas” que obliga a indicar en el envase de alimentos y bebidas el exceso de azúcar, de grasas y de sodio. Incluso, se ha establecido que la venta de productos con estas características no puede realizarse dentro y cerca de los establecimientos educativos, donde se debe dar prioridad a alimentos saludables, como frutas y cereales. También se han aplicado impuestos a las bebidas azucaradas en exceso.
Los expertos señalan que combatir el fenómeno solo con impuestos, no parece ser la mejor política. Se está ante una tarea de educación que debe comenzar en la familia, asumiendo hábitos saludables y aprendiendo a alimentarse bien. Y debe continuar en escuelas y expendios de alimentos. Poniendo a la vista alimentos saludables y frutas, y haciendo incluso menos accesibles en los supermercados los estantes de comida cuyo consumo puede ser perjudicial para la salud. Pequeñas medidas que pueden aplicarse para resguardar la salud de los jóvenes.